Decenas de personas visitaron el Cementerio Municipal en el Día de Todos los Santos para rezar por sus seres queridos.
Javier Fernández | Miércoles 23 de abril de 2014
Como manda la tradición cristiana el Día de Todos los Santos es una jornada de homenaje, en forma de recuerdo especial, a todos esos seres queridos que se marcharon pero que siguen muy vivos en nuestra cabeza y en nuestro corazón. Cada año los cementerios de toda la comarca se llenan de flores, como el clavel, el gladiolo, el crisantemo, la rosa, la margarita o el lirio, y dan colorido a unos sentimientos teñidos de gris. En Talavera de la Reina las jornadas previas el Cementerio Municipal mostró una gran concurrencia, aunque el dispositivo policial permitió que no hubiera ningún tipo de incidencia y que el tráfico discurriera de forma normal. El acceso de los vehículos al Camposanto se hizo por la glorieta de la Ronda Sur hasta la glorieta de la Universidad, mientras que los procedentes de la Puerta de Cuartos y Francisco Aguirre lo hicieron por la carretera de Calera a los aparcamientos habilitados.
El Día de los Santos los cementerios se llenan de paz, pero a su vez de nostalgia, melancolía y tristeza. Es inevitable, por muchos años que pasen, que el recuerdo de los seres queridos, y que no tenemos físicamente, no nos golpee el corazón con deseos de retroceder en el tiempo y volver a disfrutar de todos aquellos que con su marcha nos arrancaron un trozo de nuestro ser. La ley de la vida obliga a continuar con la realidad, una realidad en la que ese recuerdo se lleva como algo intrínseco, aunque sea sin el símbolo de las flores.
Noticias relacionadas