OPINIÓN

Votar de oído

Javier Rivas

Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Esta semana empieza la campaña electoral y como todas vendrá llena de promesas, de discursos vanos, de insidias, de mentiras, de acusaciones, pero también vendrá llena de ilusiones, de trabajo, de ganas, de sueños, de proyectos, de ideas, de futuro.

Sinceramente me gustaría que fuera más de lo segundo que de lo primero, pero la experiencia y la historia se empeña con su tozudez en demostrar lo contrario.

Esta campaña será también la de la despedida del presidente Zapatero, que como todos sus antecesores saldrá casi a gorrazos, y también de forma absolutamente injusta. Somos un país de epitafios y de obituarios, solo ante los muertos somos capaces de la alabanza y del reconocimiento. Somos un país mezquino que solo anhela lo perdido y que no alcanza a reconocer nunca el trabajo, el esfuerzo, la dedicación. Si el éxito acompaña, nos arrogamos todos nuestra parte alícuota, pero si el fracaso triunfa, siempre es culpa de los otros.

Recuerdo con cierta nitidez de qué forma salió el ahora venerado y admirado presidente Suarez, por la puerta de atrás y odiado por la gran mayoría del país. Recuerdo también el odio que inspiraba el presidente González y del que muchos de aquellos que conspiraron para echarle ahora dicen de él que es el gran estadista que ha tenido España, y recuerdo el clamor con el que se fue el presidente Aznar, denostado y odiado a partes iguales. Es cierto que los que odiaban a uno, adoraban al otro y viceversa.

Somos un país de poca memoria y poco dado al respeto y al reconocimiento de quienes han dejado parte de su vida en beneficio de todos haciendo su trabajo de la mejor forma que han sabido. Pueden haberse equivocado, todos lo han hecho, pero de ninguno creo que hayan sido más sus errores que sus aciertos, por lo que recordar lo malo y no poner en valor lo mucho bueno, es propio de mezquinos y de desagradecidos. España, a pesar de todo, es un gran país que ha avanzado enormemente, que ha progresado de forma admirable y que ha construido una democracia viva y con futuro a base de esfuerzo y de trabajo. Pero también gracias al trabajo de muchos hombres y mujeres que se han dedicado a eso tan despreciado que es la política, para hacer un país mejor y hacernos más libres y más avanzados. Hoy sin más, quiero recordar a todos los que odian y votarán con odio, que si el país entero hubiese funcionado con sus criterios, aun estaríamos envueltos en esa criminal guerra que nos asoló hace más de 70 años. Si no somos capaces de ver lo mucho y bueno que tenemos y que hemos conseguido, a pesar de todo, es que tal vez seamos indignos de un sistema que da la palabra para usarla en beneficio común y no para arrojarla como fuego contra el contrario. Si no respetamos nuestro derecho a votar y elegir, no somos dignos de hacerlo.

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