OPINIÓN

Días zurdos

Salvador Aldeguer

Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Tras mi operación del túnel carpiano de mi mano derecha estoy viviendo momentos curiosos y situaciones reveladoras. El Dr. Benoit me ha recomendado ejercitar mi vendada mano diestra porque es parte fundamental de la rehabilitación.

Ante su consejo, activo mi cerebro para superar el dolor y la molestia en aras de la total recuperación. El dolor es menos si viene acompañado de la ansiada recompensa de la total recuperación. En eso consiste la rehabilitación, en poner al límite la capacidad de esfuerzo para alcanzar el objetivo deseado. Visto así, la vida podría definirse como una concatenación de rehabilitaciones, momentos y situaciones particulares que nos ponen a prueba para certificar lo que realmente vale la pena y lo que definitivamente no merece el más mínimo esfuerzo. Así las cosas, en estos días continúo manteniendo en activo mi diestra, pero faltaría a la verdad si no hiciese una mención especial a alguien que se ha prestado voluntariamente a colaborar y que hasta este momento permanecía en un discreto anonimato: mi mano izquierda. La zurda, esa gran desconocida para los diestros, se presenta como el fichaje revelación de estos días de rehabilitación. Durante años ha estado sentada pacientemente en el banquillo, esperando su oportunidad, colaborando sin rechistar en todos los entrenamientos, en especial en los agotadores y complejos montajes de los muebles de Ikea, pero ha sido en estos momentos de carencia obligatoria cuando se ha dado a conocer. Al principio fue una aproximación tímida y posiblemente algo torpe, pero resultó ser toda una declaración de principios. La zurda venía a decirme que servía para algo más que llevar el reloj y portar la alianza, de hecho, con confianza y perseverancia, podía equipararse a la diestra, como por ejemplo cuando ella corta las uñas con la misma pericia que la considerada ‘mano habitual’. Necesitaba tiempo y confianza, y nada me alegra más que habérselos dado porque he descubierto una nueva aliada. He empezado por otorgarle su espacio, y las cosas y objetos que tengo a mi izquierda son una misión para ella. Es justo y de sentido común aplicar esta nueva práctica de compartir tareas. No habrá sido fácil para ella haber estado condenada a un ostracismo gratuito, observando cómo la derecha se llevaba todos los halagos, pero el tiempo las ha puesto a cada una en su sitio y ahora somos un equipo. Aunque para esfuerzos, el que he tenido que hacer ante la avalancha de comentarios repetitivos y poco originales que tengo que escuchar por el hecho de llevar la mano derecha vendada. Algunos amantes del tópico y la frase hecha adoptan gesto picarote y, una de dos, o me preguntan a quién le he pegado, o bien intentan llevar la conversación por escabrosos derroteros en los que acaban tildándome de ‘Pajillero Mayor del Reino’. Supongo que Freud tendría mucho que decir respecto al origen de estos convencionalismos y los temores interiores de quienes alegremente los esgrimen. Y esa manía de hablar por hablar y decir sin pensar, tiene muy difícil rehabilitación. Menos mal que para esos meticones, empiezo a tener algo más de mano izquierda.
Manzana – S.
Abrir carpeta.
Monkey Business.
Recomendar a mis amigos utilizar alfombrilla para
el ratón con almohadilla de gel para apoyar la
muñeca. ¡Mano de santo!

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