José Cardona
David Martínez | Miércoles 23 de abril de 2014
Siempre, si consultamos la historia con inteligencia y una cierta dosis de rigor, ha habido cambios en la escala de valores de cada época.Supurando gozo, ingenuidad (y quizá otras cosas), nuestros regidores, tanto socialistas como peperos (acuérdense de los augurios y promesas de Francisco Cascos en una histórica cena), anunciaron en sucesivas ocasiones la inminente llegada del AVE a Talavera de la Reina, hasta asegurar el año dos mil diez como fecha mágica para este feliz acontecimiento, para la venida de este nuevo plan Marshall del siglo veintiuno.
Y hace tiempo, como resulta evidente, que esto no se ha producido. Y, paralelamente a la desilusión, las ruedas de prensa ofrecidas desde diversas formaciones políticas se nos fueron envenenando, llenándose de acusaciones, reproches y descalificaciones de cada quien para el contrario. Y el AVE ni llegó en la fecha profetizada por los populares, ni ha llegado en la anunciada por los socialistas. Esta es la realidad y esto es lo que cuenta. Y en estos días, cuando vivimos un agonizante dos mil once, todavía sin AVE y a pocos meses de estrenarse el gobierno municipal del PP, arrecia de nuevo el asunto de la alta velocidad, y radio y prensa locales reflejan fielmente la sempiterna discrepancia de los señores de la “guerra”. Unos, desde el supuesto centro-izquierda, opinan que ha de llegar el “salvífico” tren con las vías soterradas tal, como al parecer, acordaron con la autoridad competente (léase Ministerio de Fomento), y condición sine qua non para el desarrollo urbanístico de la ciudad; otros, desde el también supuesto centro-derecha, argumentan que lo esencial es que venga el AVE, con soterramiento o sin él, pero que venga, pues lo consideran fundamental para la economía de la ciudad y la creación de puestos de trabajo.
En este aparatoso magma de dimes y diretes, de trifulcas, de riñas más o menos “cruentas”, el señor alcalde actual se queja de que el señor ministro del ramo no se digna responder a su solicitada entrevista para hablar, entre otras cosas, del AVE “talaverano”. Y, poco más o menos, deja entrever que con esta negativa se quiere dilatar, incluso soslayar, el problema: ¿Tal vez porque, según el manido lenguaje al uso, el señor Lago es conservador y el señor Blanco es progresista?. Pero, querido lector, ¿usted entiende algo? ¿Cree que no avanzar en esta infraestructura de comunicación es debido a que nuestro alcalde no le “cae” bien al ministro de la cosa? Sería descorazonador, por lo menos, que esto fuera así.
Esta misma cuestión, estos interrogantes se los hice a mi buen amigo Eulalio, de agropecuario oficio como saben, y no muy versado en letras él, pero al que no tengo por tonto sino todo lo contrario. Y así fue como me respondió. El posible futuro AVE, con paso y parada en Talavera, no tiene viabilidad económica con un trayecto exclusivamente nacional. Me hace ver, a mi juicio con buen criterio, que esta innovadora línea ferroviaria sólo tendría rentabilidad uniendo las dos grandes ciudades del fututo y posible itinerario: Madrid y Lisboa. Porque, me argumenta muy serio, un servicio entre Madrid y Badajoz, pongamos este caso, ¿por qué número de usuarios viajeros sería demandado? Y si a ello unimos la crisis actual de las economías lusa y española, la conclusión es lógica: que el único “fantasma” que amenaza este proyecto es el mercantil, no el político. Y creo, subraya Eulalio, que es para tenerlo en cuenta. ¿O es que queremos otro negocio como fue el del aeropuerto manchego de Ciudad Real, causa importante en la funesta “desaparición” de la CCM? Seamos sensatos, me aconseja en su despedida mi perspicaz paisano.
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