OPINIÓN

No somos zombis

Víctor Borreguero

David Martínez | Miércoles 23 de abril de 2014
El mundo se mueve a instancias del españolito clarividente y luchador.

Así fue siempre desde que el mundo es mundo, hasta el propio Dios lo sabe. Así los periódicos del pasado sábado: “Indignados de más de 80 países de los cinco continentes están llamados a salir a las calles de 650 ciudades de todo el mundo. Una iniciativa que es consecuencia directa del Movimiento 15-M realizado en España el pasado 30 de mayo para reclamar, a nivel internacional, "un cambio global" ante la situación económica, política y social actual”. Un tigre, dos tigres, seiscientos cincuenta tigres… Si no nos conociéramos como nos conocemos, nos creeríamos el ombligo del mundo.

Somos la cicatriz que queda tras la rotura del cordón umbilical en el bebé. La depresión en la piel en mitad de la barriga. La España pionera en la que 80 ciudades celebraron marchas pacíficas descubriendo la ruta al movimiento mundial de indignados que invitan a salir a la calle para exigir a los "poderes establecidos que no actúen en beneficio de unos pocos".
“Dichosos los españoles para quienes beber es vivir.” Lo dijo Julio César (Beati Hispani quibus bibere vivere est). Napoleón era más cabrón: “Los españoles son una chusma de aldeanos guiada por una chusma de curas”. Y hasta el propio Goethe: “España, el bello país del vino y las canciones”. Las canciones que marean y adormecen. El vino que nos produce dipsomanía, lo que vulgarmente se llama llamamos trompa o borrachera.

Larra, aquel periodista paradigmático en el que todos nos miramos, dejó escrito que “en este país, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal, después ya no le dejan hacer zapatos”. Cuando nos miramos el ombligo, vemos el espejo de los sueños incumplidos.

No somos zombis. Somos lo que somos.

Noticias relacionadas