Andan las gentes de este país revueltas por la inminente sentencia del Tribunal de la Unión Europea en relación con las cláusulas suelo de los contratos de préstamos hipotecarios, la razón está en que se sabrá, por fin, si miles de afectados podrán reclamar los intereses pagados de más desde 2009 o desde la fecha de la sentencia del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 2013. La diferencia no es trivial para miles de ciudadanos pues afecta al bolsillo, a sus bolsillos.
En España la mayoría de las personas tienen su patrimonio y ahorros en la vivienda habitual comprada y pagada con préstamos durante años. En la generalidad los préstamos hipotecarios en los primeros años es cuando se pagan más intereses y se amortiza menos capital, lo que significa que caso de resolverse por el Tribunal de la Unión a favor de los bancos perderán cantidades sustanciales de dinero que no podrán reclamar, precisamente de los años en que más intereses han pagado.
Para aquellos profanos en Derecho decir que la jurisprudencia del Tribunal Supremo hasta la mencionada sentencia vino considerando que una cláusula nula en un contrato que no fuera esencial se tenía por no puesta, es decir desde la firma del contrato operaría éste como si no estuviera, lo que habría implicado, en contra de lo manifestado en la sentencia que habría que reintegrar todos los intereses pagados de más desde el inicio, no desde la fecha de la sentencia.
La esperanza de miles de afectados está depositada en que el Tribunal de la Unión siga las tesis, por lo demás razonables, de la Comisión en la línea de dar razón a los usuarios y no a las entidades bancarias. Esa esperanza parce que se va a truncar si el Tribunal sigue la tesis del Abogado General (una especie de Fiscal en el ámbito Comunitario) en la que aboga por dar al razón a los bancos y no enmendar al Supremo sobre la base, afirma por lo visto, de que no hay desequilibrio entre las partes y no es contrario al Derecho Comunitario que el Tribunal Supremo limite los efectos de la nulidad de las cláusulas suelo, todo ello en mor de que el perjuicio para la banca sería excesivo y repercutiría en la economía del país.
Al respecto cabe preguntarse lo siguiente:
1.- De conformidad con la sentencia del Tribunal Supremo no todas las cláusulas suelo sería nulas, sino que establece requisitos, requisitos sobre todo en relación con la falta de información facilitada al usuario. Por lo que cuando es aplicable lo es porque ha existido un abuso por parte de la entidad en relación con el deudor. Es decir un claro desequilibrio entre las partes en la que la parte fuerte abusa de la parte débil.
2.- Está en el sentido común que si una cláusula es nula lo es desde el inicio, no hace falta saber de Derecho para percibir el concepto de nulidad, por lo tanto, no es razonable en buen Derecho que opere la cláusula declarada nula antes de una fecha y después no, o es nula o no lo es, no cabe en sentido común la nulidad a medias, y cuando los Tribunales se aparta del sentido común mal camino lleva, aunque en Derecho todo se puede argumenta y defender.
3.- ¿Por qué el Tribunal Supremo se aparta en este caso de su doctrina y parece que el Tribunal de la Unión no lo enmendará? Pues las razones parece que hay que buscarlas fuera del ámbito jurídico. Como se apunta por el Abogado General dar la razón a los usuarios implicaría que la banca española, gran parte de ella transnacional (europea también) tendría que reintegrar más de 3.000 millones de euros más de los que ya tiene provisionados, lo que afectaría a la cuenta de resultados de todos los bancos y según afirman al conjunto de la economía, es decir, se prima el supuesto bien común sobre el particular de cada usuario, digo supuesto bien común porque eso es más que discutible, lo que sí es claro es que beneficia a la parte abusadora, la banca, parte fuerte en la relación contractual. En mi opinión el impacto que tendrá sobre los ciudadanos de su percepción de la Justicia, percepción negativa, es más importante que los balances de las entidades bancarias.
4.- En la actualidad tenemos en España un Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y un Tribunal Constitucional (TC) claramente politizados, la politización del CGPJ afecta en ese mismo sentido al Tribunal Supremo, hasta el punto de que nunca en su historia han estado tan desprestigiados como ahora. En su toma de posesión como Ministro de Justicia de D. Alberto Ruiz-Gallardón éste abogó brillantemente por la necesidad de despolitizar la Justicia, poco tiempo después, donde digo “digo”, digo “Diego”, y en aras del “consenso” se consuma de nuevo la tropelía de repartirse los puestos del CGPG entre los partidos, al igual que el TC, es decir se sigue con el sistema de repartirse el poder entre los partidos, poder que en este caso viene muy bien a determinadas entidades bancarias donde curiosamente acaban muchos políticos colocados. Sus cuarteles de invierno al igual que las empresas energéticas, etc.
En conclusión, no cabe extrañarse de que la llamada Justicia ampare al abusador; abusador que coloca después con pingues ingresos a quienes designan los órganos judiciales. De lo que sí cabe extrañarse es de que recibir Justicia en buen Derecho de determinados Tribunales, como se puede apreciar en numerosos casos que están en los medios de comunicación. Cuando hay un atisbo de justicia esta proviene de jueces de a pie, que generalmente son vilipendiados desde los ámbitos políticos, y cuyas carreras judiciales han quedado truncadas, pues sin el beneplácito del poder, político, no se asciende. Como somos buenos ciudadanos acataremos las sentencias, por injustas que están sean, pero que no nos pidan que sea con una sonrisa. Dice la Constitución Española que España es un Estado Social y Democrático de Derecho, de derecho cada día menos, democrático para nada, es una partitocracia, de social nada, más bien socialista, por lo que vamos a que quedará sólo el Estado y socialista, cada día más parecido a la extinta Unión Soviética o a estados totalitarios de tinte populista como el actual venezolano, con un barniz de democracia formal, cual Leviatan, pues a los Ciudadanos para convertirlos en vacas a las que ordeñar y hay que hacerles creer que son libres aunque el establo es cada día más pequeño.