Somos únicos poniendo títulos rimbombantes a las ensoñaciones. “El decálogo de proyectos irrenunciables para Talavera de la Reina” es el último que se nos ha ocurrido. Pero veamos en qué consiste.
Un decálogo de 27 medidas tan ambiciosas como indefinidas con unos plazos de finalización que en su inmensa mayoría se sitúan en los años 2019 y 2020. Conviene recordar que las próximas elecciones municipales serán en mayo de 2019, es decir, que se puede pasar la legislatura sin que ninguno de los grandes proyectos se haya concluido y sin posibilidad de imputar nada al actual gobierno por estar en plazo. Delirante.
De cada proyecto se especifica quiénes son los responsables de llevarlo a cabo, la descripción del mismo y el impacto que se provocará en la ciudad. Cosas tan intrascendentes como la viabilidad, el coste, la financiación y el modo de conseguirlo ni se mencionan.
Todos los temas planteados en el decálogo, a los que habrá que añadir los que propongan los colectivos y ciudadanos, llevan años sobre la mesa e incluso décadas. Sin embargo, ahora de repente ponemos hasta fecha de finalización y en el plazo de 4 años tendremos que conseguir lo que no hemos conseguido en decenios. Tal vez sea porque los dirigentes políticos actuales son infinitamente más eficaces e inteligentes que los precedentes, aunque lleven 5 años sin demostrarlo. Nunca se sabe.
A esta vorágine reivindicativa se suman sindicatos, partidos políticos, empresarios, asociaciones varias, comerciantes, artesanos, regantes y jóvenes. Y me parece bien. Pero resulta que en el decálogo se habla de administraciones responsables de llevar a cabo los proyectos y ninguna, a excepción del ayuntamiento, se encuentra entre los promotores. No está la Junta, ni la Diputación, ni el Gobierno Central, ni la Confederación del Tajo, ni la Unión Europea ni la virgen de Fátima, que es la que más falta haría. Sin embargo el gobierno del Sr. Ramos ha conseguido comprometer a todos en su inoperancia y hacer a todos responsables de los futuros fracasos. Hay que reconocer que listo es un rato.
En definitiva: me parece una excelente iniciativa carente de importancia alguna. Estaremos unos meses discutiendo el decálogo, haremos reuniones solemnes y declaraciones históricas y llegados al 2020 volveremos a reeditar el decálogo como si tal cosa, ¿apostamos?