Para el populismo, gestionar los problemas y las situaciones es un boliño náufrago: un achiperre a mitad de camino entre las croquetas y las albóndigas. Vivir a lo grande poco tiempo tiene que ver con vivir en la calle en vez de en los despachos.
—Vamos a debatir este tema que tanto nos preocupa. Al final tenéis que aprobar lo que nos han escrito en el sobre cerrado que a la de tres debéis abrir. Vivir bien es saber gestionar correctamente los aspectos clave que se engloban dentro de la vida nacional. En el sobre tenéis escrita la respuesta —explicó Caballo Loco.
—¿Algo más, bwana?
—Sí, comparsitos. Olvidé explicaros que la forma de conjurar el populismo consiste en gestionar correctamente los aspectos clave que se engloban dentro de la vida nacional.
Para eso, yo y mis escribidores.
Son náufragos que se abrazan para morir juntos. Náufragos como elefantes que en una cacharrería. Náufragos que se sienten héroes por haber salvado a un gatito subido en un árbol del parque; guardias forestales desnudos por la vida. Muros de papel y tabiques de granito, buscan la posteridad en los espejos con telarañas y en las cornucopias sediciosas.
En este Vado Permanente digo que a Caballo Loco todo el mundo le amaba. Sus ojos atravesaban las cosas. Cuando el pueblo se dolía de hambre, él dejaba de comer. Olía a perros pero su olor encantaba a los comparsitos. A los 20 años, era ya muy conocido entre los suyos por su coraje. El 5 de septiembre de 1877, hizo resistencia entre los suyos mientras era conducido al calabozo, y en el forcejeo un soldado le clavó su bayoneta. No tendría más de treinta años cuando murió. Al enterarse el pueblo agolpado afuera, lloraron toda esa noche y las dos subsiguientes. No se puede asegurar con certeza cómo era físicamente. ¡Nunca se dejó fotografiar!