Coincidían todos los analistas. Todas las encuestas apostaban por el sorpasso de Podemos al PSOE y la debacle del PP. Por la muerte política de Rajoy. Por la nueva era de un populismo de izquierdas. Pocas veces ha habido tanta unanimidad. Hay que felicitarlos a todos, a los analistas y a las encuestas: El sorpasso se ha producido, pero ha sido un sorPPasso. Acertaron en el sorpasso, pero erraron el objetivo: no, no es Podemos el que ha dado la sorpresa, ha sido el PP. El mérito de Rajoy es tremendo. Acosado, insultado, vilipendiado, acorralado señalado por todos como el único responsable de los males de España y con solo las armas de su prudencia, su tranquilidad, su paciencia y su talante conciliador; virtudes tan necesarias en la vida de todas las personas, mucho más en la vida de un país y ausentes, en muchas ocasiones de quienes gobiernan y de quienes son gobernados; ha ganado las elecciones sorprendiendo a propios y extraños. Están que rechinan los dientes, están estupefactos. Miran y miran el resultado y no se lo creen estos señores de la prepotencia, de la soberbia populista que ya se veían gobernando España. ¿Y el PSOE? En uno de mis artículos decía que el PSOE estaba tocado, pero no hundido, y que su hundimiento dependería de hasta donde lo llevaría el ansia bárbara de poder de Sánchez y los apaciguamientos de unos barones inertes, inanes, desidiosos sentados en las presidencias del brazo de Podemos, esa opción elegida por los socialistas y que les ha llevado a la ruina. ¡Se les avisaba constantemente!, pero el ansia de poder les cegaba. Ahora el PSOE está hundido, mientras la gaviota azul del PP sobrevuela España incluso en Andalucía.
Sé que a partir de ahora se hablará de pactos, pero ¿qué pactos pueden articularse frente a quien ha ganado las elecciones con una ventaja de ¡¡52 escaños!! sobre el segundo?
Han bastado seis meses, los que van desde el 21D hasta este 26J, para que la mayoría de españoles hayan conocido a los candidatos y, como en la frase evangélica, los hayan conocido por sus hechos. Es una victoria del sentido común que ha evitado que España se convirtiera en un laboratorio de experimentación política, en la que los políticos del populismo comunista, apoyados por los medios de comunicación afines, nos utilizaran como conejillos de indias para ver como respondíamos a sus recetas decimonónicas y trasnochadas de un comunismo de infausta e infame memoria. Afortunadamente para España y los españoles, el puño cerrado del odio, del rencor, del resentimiento, puño de color morado no caerá como un mazo sobre España, una España que ahora se viste de azul de norte a sur y de este a oeste.