Estamos más que acostumbrados a ver en muchas obras de ficción, en el cine, la televisión o la literatura, que hay multitud de referencias a clones o criaturas creadas artificialmente, que sin ser humanas poseen una apariencia prácticamente igual a nosotros.
La mayoría de las veces, la única y certera forma de distinguir a un humano de un clon es la presencia del ombligo. Así, el ombligo es una de las marcas características de las personas desde que nacemos y en pocas ocasiones nos paramos a pensar en él. Lo cierto es que después que nacemos el ombligo no sirve para nada. Bueno, depende del individuo, porque cada vez más (quizá sea que con esto de las burbujas y la posterior crisis que han engordado muchos egos...) me cruzo con verdaderos petimetres –con género masculino y femenino– que se creen el centro del mundo.
Miren, si no, a Pablo Iglesias. Hace dos semanas era poco menos que el ‘salvador de la patria’, ‘el adalid de los desfavorecidos’ y ahora ¿quién es? Poco más que... otro más. Cuídense de algunos advenedizos/as que han querido aprovecharse de la marca mediática de Iglesias, perfecta y cuidadosamente fabricada, para arrogarse mil razones (aunque sean absolutamente descabelladas) y ‘pegar tiros’ poniéndose una venda en los ojos. No hace falta ir muy lejos, pero precisamente por eso veremos seguramente pasar su cadáver por el dintel de nuestra puerta.
Porque, les soy sincero, estoy ya bastante harto de todos esos ‘listos a las tres’ que cuando ‘tocan pelo’ se creen... el ombligo del mundo. Y me da igual el color o las ideas políticas que tengan, que a izquierdas y derechas me refiero.
Aquí, más que trabajar se estila la calumnia, el rumor, los ‘tocapelotas’ que tienen poca ocupación (porque la mayoría no han sudado para poder comer).
Me da la impresión, por la información que continuamente llega a mi poder, que antes de celebrar las próximas navidades vamos a ser testigos de un rosario de batacazos inesperados por mucha gente que, espero, ponga en su sitio muchas cosas. Y no porque todo estuviera bien, que no es el caso, sino porque cuando uno se mira el ombligo lo más probable es que le caiga una colleja.
Acabo agradeciendo a todos los internautas que nos siguen leyendo, cada mes más, y estos son de verdad no como otros que usan robots para engordar las cifras; a la vez que envío un fuerte abrazo al que fuera durante varias legislaturas alcalde de Parrillas, Julián Fernández, que recientemente ha perdido a su esposa.