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Un joven surfero talaverano que se enamoró de Río de Janeiro

Javier Fernández | Miércoles 20 de abril de 2016

Álvaro de la Cruz de las Vecillas es un talaverano que tiene 27 años, está soltero y su barrio de toda la vida -donde nació y pasó su infancia- es la zona del Nuevo Centro. De pequeño recuerda como, junto a sus amigos, iba descubriendo en bicicleta los lugares más próximos de la comarca. En su casa de toda la vida de la calle Velázquez sigue viviendo su familia, donde hacía dos años y medio que no pisaba y que con motivo de la Semana Santa ha vuelto a visitar, para regocijo de sus familiares y amigos.

Se define como un talaverano “de pura cepa”, como se suele decir. Estudió en el colegio José Bárcenas y también en el instituto Gabriel Alonso Herrera. Arquitectura fue la carrera que eligió para su formación universitaria, ya que reconoce que se dejó guiar por la vena artística y creativa que ha heredado de su familia; su abuelo era ceramista y su padre era un apasionado de la fotografía de naturaleza. Aunque estudió en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, estuvo un año de intercambio en Venecia (Italia) y otro en Fortaleza (Brasil).

El momento en el que hizo la maleta para emigrar a Río de Janeiro fue duro, “sobre todo en el momento en el que llega la hora de coger el avión y ver cómo dejas todo tu mundo atrás”. Pese a ello, Álvaro reconoce que “siempre tuve ganas de viajar y conocer nuevos horizontes; viajar te hace crecer, desarrollarte y adaptarte más rápido a situaciones difíciles, y eso me gusta”. Lo de Río fue “amor a primera vista”, cuando estuvo de intercambio, desde que la vio se percató de que la ciudad era “estupenda, bonita pero salvaje, carismática y encantadora”. En definitiva, dice que la ciudad carioca “tiene algo atrayente y difícil de definir, simplemente me conquistó”.

Poco tiempo después de instalarse encontró trabajo como arquitecto. Brasil estaba construyendo bastante y es un país en el que dan valor a los jóvenes, ya que “a pesar de la falta de experiencia, nada más salir de la Universidad, premian la dedicación, el esfuerzo y las ganas de aprender”. Actualmente sigue en el estudio Sklein & Quadrica Arquitectura, donde empezó con proyectos de computación gráfica y detalles constructivos. Al ganar experiencia continuó con proyectos básicos y de ejecución; con los que desarrollan edificios destinados a hoteles, residencias de lujo y centros comerciales, aunque también diseño de fachadas y arquitectura interior.

Ya lleva casi dos años en Río y todavía recuerda un principio bastante duro; “no es todo playa y caipirinhas como la gente suele imaginar”. Lo primero era encontrar piso, donde recuerda como anécdota el tema 'picardia', en que “españoles y cariocas debemos ser campeones del mundo, siempre intentan sacar lo máximo del gringo, como nos llaman allí”. Después tocaba recorrerse todos los estudios de arquitectura, hasta que encontró su sitio. Ya asentado en el barrio de Copacabana, en la zona sur de la ciudad, “la vida comienza a sonreír y, poco a poco, fui descubriendo sus rincones y secretos”.

OTRA CULTURA. Este joven talaverano opina que “brasileños y españoles somos bastante parecidos, especialmente en el sentido del humor, la cultura, el ocio y la vida en la calle”. La nota más diferente considera que es lo habitual que es encontrarse con episodios violentos por la calle, “cosas que aquí solo vemos en las películas de acción”; “luego la vida sigue con normalidad”. También le llamo mucho la atención son los grandes contrastes sociales y la gran perseverancia de muchos brasileños que se buscan la vida de mil maneras para salir adelante.

Lo que más le ha gustado es el estilo de vida, poder disfrutar del mar y la selva a tan solo dos pasos de casa; “la verdad que es un privilegio”. Y es que, nuestro talaverano, siempre que puede, se escapa a hacer surf a las 6 de la mañana antes de ir a trabajar. Otra de sus pasiones es caminar por los morros que dominan la ciudad, sus atardeceres y sus miles de puntos de vista. Y lo que más nostalgia le produce es su gente, familia y amigos. “El carácter español es inigualable, el carioca es más cerrado y orgulloso”, de hecho la mayoría de gente que forman su círculo más cercano allí son de otras partes de Brasil y también de Uruguay o Colombia.

Todavía con el buen sabor de boca de su reciente visita a España, Álvaro de la Cruz piensa ya en su siguiente destino, ya que “llevo tiempo pensando en cambiar de aires y creo que probaré suerte en Australia”. Mientras todavía disfruta de Río, desde su ciudad natal ya piensan que, en un plazo más o menos corto, podrán tener a Álvaro justo en nuestras antípodas.


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