Irene González Moreno | Martes 12 de abril de 2016
El juicio por el crimen de Antonio Fernández, el cazador de Belvís de la Jara cuyo cadáver fue hallado con un disparo en el cráneo tras varios meses desaparecido, tendrá lugar del 22 al 29 de abril. La Guardia Civil encontró su cuerpo, desaparecido desde el 30 de septiembre de 2013, el 14 de febrero de 2014 en la finca 'Los Baños' de Aldeanueva de Barbarroya, el mismo paraje donde perdió la vida, poniendo fin a una dura búsqueda que mantuvo en vilo a toda la comarca durante meses.
A pocos días de la celebración del juicio, La Voz del Tajo ha indagado en las entrañas de un trágico suceso en el que queda patente la sangre fría con la que los dos acusados de su muerte, Rufino González, alias "El Conejo", y Flores Alba, tío y sobrino que se encuentran en prisión desde hace dos años y para los que la acusación pide 25 años de cárcel por asesinato, robo con fuerza y tenencia ilícita de armas, actuaron aquellos lúgubres días.
El 30 de octubre de 2013, sólo un mes después de perpetrar el crimen, los acusados Rufino y Flores con un total desprecio hacia el sufrimiento de la familia, pues en esas fechas se estaban realizando todas las tareas de búsqueda, llegaron incluso a irse a celebrar un pícnic a la misma finca a comer y a pasar el día acompañados de dos mujeres, siendo expulsados por uno del guardias civiles que participaban en las tareas de búsqueda. Un comportamiento que, según aseveró a La Voz del Tajo el abogado de la familia de Antonio, Jesús Lázaro, de Aequitas Abogados, deja a las claras un marcado"perfil psicológico asocial y sin ningún respeto por la vida humana".
Durante los angustiosos más de cuatro meses que transcurrieron desde la desaparición forzada de Antonio, tanto 'El Conejo' como Flores ocultaron, según la acusación, la situación del cadáver a los familiares y amigos, e incluso fingieron colaborar en las batidas de búsqueda del mismo, proporcionando indicaciones erróneas a los voluntarios y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que participaron en las tareas de búsqueda. La frialdad y maltrato psicológico de los acusados llegó al punto de dejarse invitar a comer el día 3 de octubre de 2013 a la Casa Rural 'La Era', la misma en la que habían quedado con Antonio tres días antes. A partir de ese día, los acusados dejaron de simular que colaboraban en la búsqueda y no contestaron a ninguna de las llamadas que se les realizaron.
Incertidumbre, dolor familiar e ingente gasto en los medios de búsqueda
La conducta de ambos acusados y su actitud tendente a ocultar el cadáver contribuyeron a aumentar el dolor de familiares, amigos y compañeros de Antonio, fallecido a los 49 años dejando dos hijos de por entonces 20 y 15 años, que perdieron meses después a su abuelo (el padre de Antonio), tras el grave deterioro físico que le causó la desaparición violenta de su hijo. Tanto es así que pasó de colaborar en las tareas de búsqueda durante las primeras semanas de octubre de 2013 a quedarse sin movilidad, postrado en una cama en su domicilio, hasta que falleció el 14 de marzo de 2014, justo un mes después de la aparición del cadáver de su hijo. Además, la conducta de ambos acusados y su actitud tendente a ocultar el cadáver, contribuyeron a incrementar el ingente gasto que supusieron los medios desplegados para la búsqueda. Según explicó Lázaro a este medio, este caso "ha sido uno de los más costosos para el Estado ya que en la búsqueda participaron especialistas de diversos tipos con sus perros, helicóptero o brigada a caballo, en una superficie brutal como es la finca de 'Los Baños'".
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