El Rincón Social

La terapia de pareja y la mediación pasos previos al divorcio

PATRICIA RECUERO

“En terapia, en los problemas de pareja los dos son parte del problema y los dos son parte de la solución"

Redacción La Voz del Tajo | Sábado 26 de marzo de 2016

Las discusiones, el malestar en la convivencia, la rutina, la falta de sexo, o las infidelidades son los motivos más comunes por los que una pareja decide ir a terapia para salvar su relación o para, al menos, intentarlo.



En España, hay quienes acuden cuando empiezan a ver indicios de que algo no está yendo como esperaban, pero en la mayoría de los casos se espera una media de entre cinco y seis años, cuando la relación está ya más que desgastada. El índice de éxito de la terapia de pareja reside en que ambos compartan el mismo objetivo, es decir que quieran salvar la relación y vivirla de forma plena.

A la pregunta de cuándo una pareja debería acudir a terapia, puedo responder que cuando sientan que la relación se ha estancado, haya conflictos no resueltos que están en la base de casi todas las discusiones y cuando el nivel de estrés, frustración de uno o ambos miembros, sea notable y les esté perjudicando en su vida personal, familiar y laboral, es decir, la insatisfacción se extienda a todos los niveles. Los estudios reflejan que lo ideal si hablamos de tiempo y eficacia, (hablamos de un 70% de éxito), estaría en los dos años primeros de estancamiento, pero en definitiva, estos son sólo números. En EE.UU. la media de las parejas que se ponen en manos de especialistas está entre tres de cuatro matrimonios, los cuales aseguran que la terapia no sólo les ayudó a salvar su relación, sino también a mejorar su rendimiento a nivel profesional, familiar y social. Los españoles somos más reticentes a ir a terapia y mucho más, a ir en pareja, pero en los últimos años, se está observando un cambio de tendencia. La salud psicológica y emocional se está tomando en cuenta e integrando en nuestro día a día como el cuidado del cuerpo, aspectos médicos o la dieta.

Volviendo al tema que nos ocupa, el objetivo de la terapia es que la pareja aprenda a comunicarse y resuelva lo que quiera resolver para sentirse mejor con uno mismo y con el otro, ya sea para conseguir recuperar la relación o para tener una ruptura menos traumática y dolorosa posible.

Llegados a la segunda opción, entraríamos en el proceso de mediación, intentando que el proceso de separación y el cuidado psicológico de los miembros de la pareja y familia esté asegurado.

La mediación familiar tiene mayor índice de éxito cuando es voluntaria. Estaríamos hablando de una media de cinco a doce sesiones de una hora, donde los acuerdos finales pueden materializarse ante notario para que tengan validez, y en caso de incumplimientoexiste la posibilidad de acudir a un juzgado a exigir el cumplimiento de la resolución, que se considera similar a un sentencia.

El proceso de mediación es más barato, corto y menos traumático para los implicados. Las dificultades para aplicarlo, es precisamente por el desconocimiento

Lo primero que se hace en terapia es identificar el problema, la mayoría de las parejas vienen a consulta porque discuten mucho, cargados de quejas y frustraciones, llenos de problemas, pero sin haber llegado al fondo del asunto.

En terapia, en los problemas de pareja los dos son parte del problema y los dos son parte de la solución"

Programas como “Llama a Pilar” que recientemente están en antena, nos ponen en evidencia la falta de recursos personales con los que contamos para resolver los conflictos de la pareja. En la base de la mayoría de los problemas de pareja se encuentran la falta o mala comunicación, el haber traspasado los límites, el poder descompensado, el uso del dinero como instrumento de venganza y la mala comunicación y prejuicios asociados a la sexualidad. Desde Psique, y desde este espacio, les ofrecemos unas claves para evitar caer en los errores más comunes:

1. Caer en creencias erróneas

La creencia de que el “Amor lo puede todo”, es errónea, además de no ser suficiente. Necesitamos tener los canales de comunicación abiertos. Por mucho que una pareja se quiera, si no hablan sobre lo que cada uno espera del otro, si no tratan de entender y aceptar sus diferencias y establecer nuevas "reglas" para ellos, el matrimonio no va a funcionar. En lo personal, cada uno tiene que tomar consciencia de su forma de pensar, de sus sentimientos, la forma de expresarlos, sus expectativas, creencias personales, etc. Tiene que reconocerlos y responsabilizarse de ellos, para no culpar a la pareja de aspectos personales.

2. En la relación de pareja opinan todos.

Al traspasar los límites, si dejamos que todo el mundo opine e intervenga, al final la pareja se resiente. La relación de pareja es cosa de dos, y como tal, tienen que existir unos límites claros de hasta dónde y cuándo pueden intervenir los demás en la relación. Qué cosas son de dos y en cuáles si pueden intervenir los familiares, los hijos o los amigos. Qué tiempo es para mí, para la pareja, para los hijos y para la familia. Uno de los errores más comunes es dar por hecho la opinión del otro, sin haber contado con él y por no tener unos límites claros, hacer daño a la pareja por no lastimar a los familiares.

3. Cuándo nunca hay distancia, la relación es de dependencia y cuándo hay excesiva distancia, ambos acaban haciendo su vida por su lado.

La intimidad se refiere a una relación basada en el apoyo físico y emocional, la confianza y la libertad que comparten dos personas y que da como resultado una conexión especial. Sin esta conexión especial no existe pareja, el compromiso, el afecto y la admiración por el otro, son pilares fundamentales donde empieza a construirse una pareja.

Es normal que la intimidad varíe y que pase por diferentes etapas en la relación, esto es normal. Pero hay preguntas clave que nos ayudarán a tomar el termómetro en nuestra relación. Si preferimos estar rodeados de personas a estar a solas con nuestra pareja, eso ya, nos da pistas.

La intimidad se puede perder por falta de lealtad, miedos a que nos fallen y no nos respeten en nuestros objetivos o sueños, miedos a no ser comprendidos en nuestros sentimientos o necesidades, por falta de límites, por problemas familiares o con los hijos, por mal manejo de emociones.

4. ¿Quién manda? ¿Mandas tú, mando yo, mandamos los dos?

Uno de los problemas de pareja es no haber hablado de asuntos tan cruciales como la educación de los hijos, la dependencia o independencia de cada miembro de la pareja, la distribución del dinero, la familia política, los amigos, el manejo del tiempo libre. Se pueden repartir las responsabilidades y opinar ambos en todo, desde la confianza y la libertad del otro. El reparto o no, es un tema de pareja, pero crucial que se sienten hablar para que luego no haya resentimientos acerca de si uno manda y el otro se deja mandar.

5. El dinero como instrumento de poder.

Generalmente las parejas discuten por problemas de dinero, pero no hablan sobre las causas personales o de la relación, que se reflejan en los conflictos económicos. Sería bueno empezar por ahí y saber separar de los conflictos, de donde viene cada cosa. Conocer la importancia que cada uno le da al dinero, cómo se distribuye, quién lo gana y cómo se maneja, establecer las prioridades de la pareja y la familia es primordial para no convertir este tema en la base de los conflictos o en un arma arrojadiza recurrente.

6. Los sentimientos negativos interfieren en la relación sexual

Si falla la intimidad, es mucha la distancia en la pareja, hay falta o mala comunicación, no hay respeto, está claro que esta área flaqueará. Y más, cuando se unen falsos mitos, prejuicios y problemas personales que afectan al ánimo y a la relación.

El sexo está directamente relacionado con la calidad de vida de las personas y con el futuro de la relación amorosa. Una vez descartado que la causa del problema sea orgánica o funcional y si existe sufrimiento por parte de un miembro o ambos, es bueno acudir a terapia sexual.

Lo primero que hace en la terapia sexual es dar conocimientos a la pareja sobre la sexualidad, desmitificando prejuicios culturales en muchas ocasiones dificultan las relaciones sexuales. El segundo paso, actuar a nivel afectivo trabajando de manera especial sobre a los sentimientos negativos como el miedo, vergüenza, culpa que están influyendo negativamente en la relación sexual. Y el tercer paso, es poner en práctica comportamientos eróticos sanos y placenteros.

7. Tener una relación “zombi”

Tener una relación zombi significa estar distanciados a nivel físico y emocional. Serían las parejas que no se ven diariamente, casi no se dirigen la palabra, y no discuten para no molestar al otro, y quieren hacer ver a los demás que son ideales el uno para otro. En el fondo, se sienten vacios y decepcionados. El amor se ha ido y no saben cómo recuperarlo. Significa haber perdido la complicidad, la confianza en el otro y haber hecho de la rutina la mayor bandera para el sustento de la relación. Desde este punto, en la relación, los dos miembros están quemados, aburridos y sin motivación por seguir pero sin haber realmente un problema de base, sino un cúmulo de desencuentros y contradicciones desde unos años para acá. La formación de la pareja no es algo de un momento puntual o del inicio de la pareja, desde el enamoramiento, si no que es algo que hay que construir día a día y alimentarlo.

Encontrar el punto medio, entre el desarrollo de ambos miembros de la pareja y a la vez crecer en la relación es primordial para crear una relación fuerte y duradera. Si uno de los dos miembros siempre pierde o siente que no gana, el fin o el decaimiento están presentes. La pareja debe ser tu socio apreciado, tu compañero de viaje de por vida, no tu amigo o tu compañero de piso.

Patricia Recuero.

Psicóloga y Gerente de Psique Gabinete de Psicología Jurídica & Terapia Familiar


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