Miguel Perantón | Miércoles 13 de enero de 2016
Que en la casa del suegro del que fuera secretario general del PP de Madrid entraba mucha gente. Fontaneros, operarios de IKEA y demás. Y por eso es posible que un maletín que tenía dentro un millón de euros estuviese allí, puesto que el dueño de la casa desconocía su existencia.
Vamos, que el común de los mortales no dejamos ni a sol ni a sombra a cualquier manitas desconocido que nos visita por el encargo de alguna “ñapa”, por lo que pueda pasar y al suegro del Granados le llevaron un millón de euros los de IKEA. Este año no escribo carta a los reyes magos, escribo con uno de esos lápices que te dan para anotar las ubicaciones de su almacen el pedido de los muebles que necesito, a ver si vienen cargaditos de regalos y billetes. ¡Que ingenio, por Dios! Y que ansia por tomar a lo demás por perfectos idiotas. Los de IKEA también deben ser los encargados de recoger los paneles sobres los que se colocan los carteles electorales en Talavera, que como se les espera para reyes por lo del regalo millonario aun no se han molestado en retirar esos soportes publicitarios. Claro que visto lo visto y la tesitura en la que se encuentra el país y el gobierno junto con los partidos políticos, entre si se formará o no un nuevo ejecutivo o se verá forzada la situación para repetir las elecciones, podría resultar un acierto continuar manteniendo los paneles mientras se deteriora la cartelería y ensucia las calles, dando una imagen un poco lamentable pero a la espera de nuevos inquilinos a los que adhesivar sobre la madera.
El caso es que de esta forma quizás podamos comparar un antes y un después tan efímero… Aunque quizás no llegue la sangre al rio. Quizás se resuelvan las cuestiones numéricas de aquellos a los que no les salen los números. De cualquier manera se aventura más corto de lo normal el periodo de la legislatura. Los cambios provocan cambios y por breve que sea, debe aprovecharse para hacerlos, en todas las casas.
Los fantasmas de las navidades presentes, que son los mismos de las navidades pasadas no se si se han empeñado es convertirse en los de las navidades futuras.
Desde luego, en la creencia de que el futuro está por escribir, debemos dejar a los fantasmas encerrados en sus respectivos armarios, cubiertos con la sabana blanca oportuna y, superarlos.
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