Manuel del Rosal | Miércoles 13 de enero de 2016
Cuando los lectores lean este artículo ya se conocerán los resultados de las elecciones, si estos concuerdan con los que anunciaban todas las encuestas, España entrará en la incertidumbre. La incertidumbre es mala, individual y colectivamente, y lo es porque nos roba la seguridad.
Nada hay seguro en la vida salvo la muerte, ya se sabe, pero no es lo mismo caminar con la serenidad y la templanza que nos da cierta seguridad que andar de los nervios con la inseguridad de la incertidumbre. Del resultado de las elecciones puede salir un gobierno tripartito, y todos sabemos que los tríos no son buenos salvo para quienes los disfrutan, en este caso los políticos, y no para España ni para los españoles. Si España aboca a la incertidumbre de un tripartito, toda la responsabilidad será nuestra, de los ciudadanos, que buscando no sé qué hemos dispersado el voto como los aspersores de riego. No quiero ni pensar si ese tripartito se crea además, no para solucionar los problemas de España, sino con el solo objetivo de echar al PP y de tocar el pelo del poder. Si es así, y me temo que así sea, solo nos quedará decir: “apaga y vámonos”.
Llevamos 38 años de democracia y ningún partido ha presentado un programa en el que la prioridad sea España y, por ende, sus ciudadanos los españoles. España lleva esperando 38 años a que algún político, trascendiendo de político a estadista, anteponga España a las ideologías, los intereses de partido, los intereses personales y la ambición de poder. Lo hubo una vez, se llamaba Adolfo Suárez y precisamente por ser estadista antes que político fue traicionado y abandonado. Los españoles tenemos como deporte nacional crucificar a nuestros grandes hombres. España espera, señores políticos. Está ahí en la sala, sentada esperando, cansada de esperar mientras ve como ustedes son incapaces de ponerla delante de sus intereses, de sus ambiciones, de sus ideologías, de sus ansias de poder. Señores políticos ¿serán ustedes capaces de priorizar a España y a los españoles sobre todo lo demás? ¿De hacer que España, por fin, se levante de la silla en la que permanece esperando desde hace 38 años? ¿Tendrán la generosidad de olvidar sus diferencias y unirse en un consenso para hacer de España el país que nos merecemos los españoles, no el que interesa a ustedes para obtener los beneficios que da el poder?
El establecimiento de prioridades para nuestros políticos dibuja una ruta donde el partido al que pertenecen está por delante, le siguen el acaparamiento de poder y los intereses particulares. Al final de esa ruta aparece, ya difuminada y desdibujada, España. Mientras los despachos de los políticos están ocupados por sus intereses de partido, de poder y personales, en las salas de espera colindantes con esos despachos, un país espera. Lleva esperando 38 años de lo que se ha dado en llamar democracia, esperando que el despacho de la Moncloa ante el que España espera sentada, sea ocupado por un hombre o una mujer que, priorizando a España sobre todo lo demás, con la valentía, la gallardía, la generosidad, el coraje, la determinación y la inteligencia necesarias, abra la puerta del despacho y le diga a España lo que Jesús dijo a Lázaro cuando todos creían que estaba muerto: ¡Levántate y anda!.
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