Escritos de familia
Mª Elena Paniagua | Miércoles 13 de enero de 2016
De amor verdadero, del que llega hasta el final, de ese de “hasta que la muerte nos separe”, del que veíamos en los cuentos cuando éramos pequeños…y vivieron felices y comieron perdices.
No sé si las comieron o no, pero sí sé que fueron felices, aunque tuvieran momentos duros, como cualquier familia o matrimonio. Momentos de dificultad, de dolor o sufrimiento, de sacrificio el uno, por el otro.
Fue una historia de amor que duró hasta el final, como en las canciones de José Luis Perales, “y se durmió” …él duerme el sueño eterno, pero seguro que allá en el cielo, esperará ansioso su llegada, porque ella se hace querer y segura estoy que él la sigue amando.
Fue su enfermedad la que arrancó a Fernando de los brazos de su amada, de la que le cuidaba día a día, de la que no descansó en los durísimos últimos siete meses, de la que no se separó en ningún momento, hasta que se marchó. Ella no se apartó de él.
Y es de esas historias de los hoy apenas oímos hablar; hoy se escuchan datos de divorcios cada no sé cuánto tiempo, y familias rotas, y aunque no todo fue un camino de rosas, ellos continuaron unidos, por el amor que es lo único que mantiene unidas a las personas. El amor y el sacrificio que es amor al fin y al cabo.
Y ahora ella queda sin consuelo, vacía, sola porque solo él llenaba todo lo que ahora ha quedado desierto y el desierto es soledad y más soledad.
Deberá aprender a caminar sin él, y que el camino de la vida no se detiene, que hay que seguir caminando, que aunque el rumbo de su vida ha cambiado la meta es la misma: la búsqueda de la felicidad.
Supongo que esto es bastante más fácil decirlo que llevarlo a cabo, pero sabrá que, aunque él ya no esté a su lado, habrá gente a su alrededor que haga de su caminar algo un poco más fácil y que rebajará la pendiente del camino con su compañía, con su apoyo, con sus palabras de consuelo.
Y a pesar de todo y de las adversidades, continuará adelante porque su fuerza es mayor que su debilidad.
Querida amiga, se fue el compañero de tu vida, pero tú alcanzarás la meta, porque te lo mereces, porque si algo tienes es que eres una luchadora nata y esos son los que vencen. Tú vencerás al dolor de la soledad y al sufrimiento de la separación física, pero el amor que os ha unido será el que te haga vencedora. Vuestra vida fue una historia de amor y lo seguirá siendo hasta que volváis a estar unidos de nuevo y entonces ya no acabará nunca.
Noticias relacionadas