Vado permanente
Víctor Borreguero | Miércoles 13 de enero de 2016
Aunque a veces sea mejor quedarse callado y parecer tonto que abrir la boca y eliminar toda duda, como explicaba el dublinés Oscar Wilde, una cuaresma de años más otros dos años hace ya de aquel magnicidio:
Veinte de diciembre de 1973. Cinco años faltaban para que naciera en Madrid Pablo Iglesias y seis para que en Barcelona Albert Ribera viniera al mundo. Pedro Sánchez ya tenía un añito y Mariano Rajoy dieciocho primaveras. De los demás, no recuerdo y no es cuestión de meterse en el google para averiguarlo.
La “Operación Ogro” de aquel 20 de diciembre cambió el rumbo de la historia de España. En la calle Claudio Coello de Madrid aún se conserva, creo, esta placa: "Aquí rindió su último servicio a la patria con el sacrificio de su vida, víctima de un vil atentado, el almirante Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno español. El pueblo de Madrid dedica esta lápida para honrar su muerte heroica y perpetuar su memoria". Bien sabían los terroristas aquellos dónde y cómo volar a un presidente del Gobierno de España que todo lo hacía a la misma hora y en el mismo sitio: cada mañana su misa y su comunión en la iglesia de los jesuitas de la calle Serrano, o sea, que lo volaron recién comulgado.
Ahora, cuarenta y tantos años después, otro 20 de diciembre España intenta iniciar un nuevo futuro y por más que sean otros tiempos, otros métodos y otros objetivos todos los partidos políticos se han confabulado para el acoso y derribo del actual presidente del Gobierno. Ya se olvidaron del Pacto del Tinell, suscrito el 14 de diciembre de 2003, por el que los demás partidos políticos se comprometían a no pactar jamás con el Partido Popular; una maniobra política que, sin ellos pretenderlo, hacía más grande y diferente a los ahora de Rajoy —mutatis mutandi, todos contra el Estado Islámico hace cada vez más grande a una entelequia que ni siquiera se sabe quién la mantiene y dónde está.
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