Vado permanente
Lo que pretendía Ibarreche cuando la sedición de antaño era entrar en Europa por la puerta falsa.
Víctor Borreguero | Viernes 23 de octubre de 2015
Ahora, Arturo el rebelde y los suyos no quieren un “Estado libremente asociado a España”.
Los sediciosos de ahora por más que sepan que la soberanía reside en el pueblo español que se la concederá o luchará por impedirlo, lo que quieren es un desenganche que lleve al enfrentamiento total.
Pedir el imposible es una manera de insultar la inteligencia, pero así es la vida.
Con Euskadi y Navarra, los españoles llevamos un territorio parásito pegado a nuestras carnes y que, además, debemos amarlo y respetarlo; mirar para otro lado.
Cuando Edith Hamilton escribió en 1930 “El camino de los griegos”, en los umbrales de su novela plantó esta frase premonitoria: “Quinientos años antes de Cristo, en un pequeño poblado de la lejana frontera occidental del mundo sedentario y civilizado, entró en acción un extraño poder nuevo. Algo había despertado en la mente y en los espíritus de los hombres de allí, algo que iba a influir tanto sobre el mundo y que los demoledores cambios serían incapaces de desgastar”. La misma puerta falsa de ZP, de Ibarreche, de Arturo Mas y del sursum corda. Me recuerdan aquel chiste de gallegos, de Lepe o de Tomelloso, no sé:
Sólo había en aquel pueblo dos personas que se dedicaban a la mudanza, Manolo y su hermano. Un día, iba Manolo por la calle con un armario muy grande sobre los hombros y un vecino del pueblo le dijo: “Oye Manolo, ¿no te ayuda tu hermano?”. Y él le contestó: “Sí, mi hermano está dentro sujetando las perchas”.
Pues eso, que algunos quieren entrar en nuestro salón, subidos a nuestras espaldas, y hasta nos exigen pagar el peaje y el agradecimiento por el honor de permitírselo.
Lo escribo en uno de los días más tristes de nuestra historia enloquecida. El próximo día escribiré del tiempo. De las isobaras que informan de la fuerza del viento y de su dirección en una zona determinada. Un suponer.
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