OPINIÓN

¿Por cuánto mentiría usted?

Luis González

Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Es una simple pregunta…, que seguramente podrá ocasionar múltiples respuestas.

Sin embargo, hay otras muchas preguntas, por ejemplo las preguntas retóricas, que, como saben ustedes no tienen respuesta o al menos no se hacen con la intención de ser respondidas. Pues eso mismo es lo que yo pretendo con la pregunta del título..., que no deseo que me respondan a mí, pero sí que hagan una reflexión sobre ella y traten de fijarse en los demás…, o sea, averiguar, al menos en ciertas ocasiones y aunque no sea con una exactitud comprobable, por cuánto son capaces de mentirles a ustedes ciertas personas…, porque naturalmente, mis queridos lectores, yo no les considero a ustedes capaces de mentir por nada. Probablemente se llevarán una sorpresa y se darán cuenta que, tal vez, sea una práctica más habitual de lo que hasta aquellos que son más optimistas puedan llegar a creer.Todo esto me ha venido a la mente por un hecho que acaba de ocurrirme esta semana y que lo considero un tanto peculiar, aunque me van a permitir que no se lo cuente por no perjudicar a nadie, por el momento. Tampoco es que tenga demasiada importancia por la cantidad de dinero de la que se trata: simplemente unos cuantos euros. Es más la falta de palabra de las personas, lo que me ha sugerido esto, que el hecho en sí. Yo, simplemente les aviso para que no se fíen de todo el mundo que “pulula” a su alrededor, (y fíjense que digo que pulula, que no es lo mismo que convive), para que lo tengan un poco en cuenta. Naturalmente tampoco estamos hablando aquí de esas mentirijillas que se dicen coloquialmente. Mentiras que, por otro lado, seguro que no perjudican a nadie. Me estoy refiriendo a palabras que se dan de cierta seriedad y a hechos ya de mediana consideración, porque si fueran muy trascendentes se pueden llevar a los tribunales. Ustedes son inteligentes y seguro que saben mejor que yo lo que puede ser importante y aquello que no debe tener mayores consecuencias y por tanto no merece la pena que se dedique tiempo a ello, a pesar de que se adorne con alguna mentira más o menos gorda. Claro está que algunas veces, si te tocan ya la moral, aunque no sea de gran envergadura el asunto, como que te sublevas y no te resistes a llevar a cabo ciertas acciones…. ¡Siempre dentro de la legalidad, naturalmente!
El hecho en cuestión me ha hecho reflexionar y me he dado cuenta que es digno de resaltarse la naturalidad con que hoy se miente…, sin ninguna consideración de inmoralidad ni sonrojo por parte de quien lo lleva a cabo. Hasta creo que hay personas que dicen más mentiras que verdades, especialmente hablando en cuestiones de negocios. Siempre ha habido mentirijillas, pero hoy día hay quien ha perdido toda la decencia de la grandeza de la verdad en los negocios. Muchos están a ver si pueden hacer creer a los demás que lo suyo es más auténtico y verdadero, a sabiendas incluso que mienten. Porque no se trata de exponer las verdaderas excelencias de sus productos, que sería muy legítimo, sino engañando al personal con falsedades. ¡Ah!, y si hablamos de cumplimiento de compromisos, no te quiero decir nada. Menudo desastre por parte de algunos. Hay que reflejarlo todo por escrito porque las palabras se las lleva el viento. Hoy no te puedes fiar ni de tu sombra. ¡Con la seriedad con que se cumplía antiguamente! Me ceñiré por no extenderme demasiado al valor que tenía, por ejemplo, hace unos años, la verdad de la palabra de los hombres. Un simple apretón de manos, una palabra de un hombre era bastante para mantener una gran operación, incluso de mucho valor. Eso era un verdadero contrato pasado por notaría. Todas las partes cumplían lo prometido, sin necesidad de ninguna referencia escrita. Por eso, para mí, lo más prudente es permanecer callado, si no se quiere decir “la verdad” o no se sabe de verdad…, ¡la verdad!

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