Quería reanudar mis ‘Veranos Talaveranos’ en esta ocasión, pero aguardaré a otra semana. Me ha inspirado la actitud de la etarra Idoia Mendizábal. Qué extrañeza.
Parecen papeles invertidos. Idoia, la terrorista aparece con gesto triste, se abraza a sí misma mientras recoge su cuerpo y se sienta en actitud autoprotectora en la cabina acristalada de la Audiencia Nacional. La jueza presidenta de la vista, Ángela Murillo, le recriminó su postura, pero la foto se me ha quedado grabada. La autoridad jurídica reprochó a la encausada su manera de estar, pero a mi me llamó la atención. Idoia, con la mirada perdida, como quien asiste a su propia ejecución. Le van a caer unos añitos de cárcel que se habrá ganado a pulso, pero me agrada ver el lado humano del criminal que asiste a su propio juicio.
A ver, Idoia, tu raya en medio, tu media melena… ¿para qué? ¿Para ofrecer una bella visión de tu persona en un escenario en el que a nadie le gusta actuar? ¿Qué mirabas con gesto circunspecto? ¿Te remordía algo la conciencia?
Con lo poco que me gusta ver rostros tristes… Pero, mirémonos a la cara. Alza la vista, levanta los ojos y defiéndeme tu causa. Dime que es mentira que te están juzgando por tirar cócteles molotov a la vivienda de un ertzaina. ¿También me vas a llamar ‘txakurra’ (perro) a mí? ¿Cuándo vais a parar?
Pero fíjate si aún tenéis ocasiones de enterrar vuestro hacha y a vuestra serpiente que hasta a mi se me encoge el corazón cuando te veo en esa batalla perdida que te ha llevado a sentarte en el banquillo de los acusados. Observo tu mirada tan perdida que no sé si compadecerte, porque no sé si hacerlo porque no tienes valores (lo que te hace administradora de una crueldad intolerable) o porque no sabes dónde te has metido.
Adiós, Idoia. Espero que en un futuro no os juzguen ni a ti ni a ninguno de tus ‘amigos’ por haber escrito yo esto. Entonces sería, supongo, porque yo no podría presenciar ese juicio.
Habéis perdido la guerra. Mira hacia abajo otra vez en la sala y pon los pies donde quieras. La libertad es lo que nos vale. Y quítate el vestido del odio.
Ya hay demasiados daños.Y protégete. Eres también una víctima, pero de la inconsciencia. No te confundas con las otras.
Las otras víctimas tienen los ojos cerrados para siempre, ya lo sabes. Tú, solamente tristes y perdidos.
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