Moisés de las Heras
Irene González Moreno | Miércoles 23 de abril de 2014
Cuando hablamos de crisis sólo pensamos en capitalismo o socialismo para salir de ella, pero dichos "solucionarios" atienden tanto al fanatismo infantil de la militancia que jamás reconocen aciertos del otro.
Uno y otro aciertan, porque tanto tendríamos que aplicarnos en la creación de riqueza como al justo reparto social, pero faltan cosas. Falta crear un mercado donde el esfuerzo sea un acicate y no una condena mal soportada, impelida sólo por el ansia de enriquecimiento o el miedo a perder el status. Ello sólo es posible si se fomenta un mercado donde no sólo el dinero sea el objetivo, sino la ilusión de todos sus integrantes por su empresa. Si se vende ropa, amar la moda es el objetivo, no sólo la venta. Un administrativo responsabilizado de una pequeña oficina rendirá más que metido en una maquinaria impersonal, inacabable, que no le pertenece. Además, se controlaría la eficacia con la productividad. Debería, además, promoverse las titulaciones medias y metas alcanzables para todas las capacidades. No es sostenible un sistema donde, de 1000 que lo intentan, 20 triunfan y 980 fracasan ¿Y cómo se logra esto? Desde el colegio, por supuesto. ¿Cuándo reconoceremos que traducir latín no aporta nada? Útil sería enseñar árboles etimológicos que ayuden a enriquecer nuestro vocabulario. Aplicar la sociología a la historia nos permitiría comprenderla racionalmente. Y se debería enseñar a razonar y estructurar ideas con la oratoria. Se deberían cambiar a profesores por psicólogos que sepan administrar inestabilidades adolescentes. E impartir unas matemáticas más funcionales, que renuncien al extravagante mundo de lo abstracto para crear personas ilusionadas por acceder a dichas abstracciones. Todo ello supone reformar desde la base, renunciando a sagrados principios o rutinas hoy inevitables. Porque un colegio que desaliente desactiva la eficiencia de futuros trabajadores. Pero quienes deberían reformar todo esto son personas ya desencantadas, educadas en el sistema a combatir, cargadas de clichés y no adiestradas para abrir la mente a nuevas ideas. Imaginen la tarea.
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