Asistí el pasado miércoles a la toma de posesión de la nueva presidenta regional y he de reconocer que me sorprendió el amplio elenco de personalidades que se dieron cita en el patio de ‘San Pedro Mártir’.
Dolores Cospedal se vio arropada inmensamente por la presencia de personalidades de su partido, así como tampoco faltaron mandatarios del PSOE, el presidente saliente inclusive, y el anterior, actual presidente del Congreso de los Diputados, José Bono.
Buena parte de las caras que vemos habitualmente en los telediarios se encontraban presentes en el bello escenario elegido. Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Ruiz-Gallardón, Cristóbal Montoro, Adolfo Suárez jr., Miguel Arias Cañete... No sigo porque me quedo sin espacio.
Curiosamente no estaba Esperanza Aguirre. Qué ‘rara’ ausencia... de una colega de comunidad vecina. Y habiendo compartido tareas de gobierno en Madrid.
Les voy a contar parte de la intrahistoria. Cospedal, tras jurar su cargo, comenzó su discurso. Me pareció emocionada. Hasta percibí algún titubeo y puedo jurar que creí durante unos segundos que tal vez alguna lágrima iba a resbalar por su mejilla. Pero no. Dispuso un discurso sólido, realizando el trazado de líneas, dibujando el croquis a grandes rasgos del proyecto que intenta implantar.
Dió las gracias a todos los presentes, a los que llamó 'queridos amigos', se dirigió con educación y respeto a sus opositores pasados y futuros y dejó en el aire de ‘San Pedro Mártir’ un bello recuerdo para su familia. Pero sigamos con la intrahistoria.
La pobre dio más besos que una novia, estuvo dispuesta a fotografiarse (lo hizo hasta conmigo), recibió cientos de enhorabuenas y mostró la cara más amable que pudo. Cuando del acto ya habían marchado al menos la mitad de los presentes, algo después de media hora de que el talaverano Jesús Olmedo anunciara el final del acto, decidí regresar a mi ciudad. En la puerta se encontraba Mariano Rajoy, también saliendo del mismo. Le tendí la mano y me la estrechó, mientras me contestaba 'gracias', con su peculiar acento, a mis palabras: 'Enhorabuena, Mariano'.
Analizo mucho cuando estrecho la mano a alguien si me la da como si fuera un manojo de salchichas, si la aprieta con calidez o con fuerza. Rajoy se quedó en el grupo de los segundos.
Si el señor Rajoy me hubiera 'chocado los cinco' sin fuerza (como 'salchicheando', valga la licencia) automáticamente pasaría al grupo de las personas que tienen que convencerme de que son buena gente. Rajoy, además de acudir a apoyar el relevo de Barreda por Cospedal, sabe dar la mano.
Y eso también es importante.Por lo demás, espero y confío en que a José María Barreda (y esto también forma parte de la intrahistoria, porque tuvo que dirigirse directamente a Mariano Rajoy para que éste le saludara) no tengamos que tildarle con ese refrán o dicho que reza ‘otro vendrá que bueno le hará’. Espero que Dolores Cospedal, mi actual representante autonómica, sea capaz de estar a la altura de las circunstancias en las que estamos involucrados, al igual que el señor Barreda ha sido mi representante en los últimos años.
Sólo le pido a Dios (como cantaba Ana Belén, qué paradoja) que ‘el dolor’ o ‘la justicia’ no me sean indiferentes.
Ni a la señora Cospedal. Suerte y al trapo.Si quieres leer más columnas de opinión de Raúl Díaz visita
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