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“Nos llamaba papá y mamá”

Destacado | PADRES LUCHANDO EN ETIOPÍA

Javier Fernández | Martes 26 de agosto de 2014

El matrimonio compuesto por Jerónimo Moltó y Sylvia Pons, junto a Rubén Fernández y Sonia Alonso, llevan desde abril intentando volver con sus hijos adoptados de Etiopía. El estado del sur dice que existe la falsificación de una firma y ellos defienden una actuación legal



Casi cinco meses llevan en Etiopía las dos parejas que siguen luchando para regresar a España con sus hijos adoptivos, unos menores que les fueron adjudicados después de cuatro años de proceso. Desde el Hotel Adot-Tina de Adis Abeba, Jerónimo Moltó relató a La Voz del Tajo como están viviendo el revés que sufrieron por parte del estado del sur. Jerónimo viajó junto a su mujer, Sylvia Pons, el día 31 de marzo para finalizar los trámites y regresar a casa convertidos en una nueva familia con su pequeño. Sin embargo, una semana después del juicio en el que se le entregaron, el proceso se paralizó.

El Ministerio de Asuntos de la Mujer de Etiopía (MOWA), pidieron que se revocara la sentencia de adopción por supuestas irregularidades cometidas en el orfanato de origen. Una supuesta firma falsa por parte del anterior director del centro es la causa alegada por este Ministerio encargado de tramitar las adopciones del país y que ellos mismos había autorizado a este matrimonio madrileño. El 5 de junio hubo un nuevo juicio en el que la adopción fue revocada, aunque de forma paralela se inicio otro procedimiento de urgencia para que se realizaran los trámites de adopción para las familias. En estos se pedía que durante el proceso el menor pudiera estar con ellos, algo que las autoridades etípes aprobaron.

Moltó, con signos evidentes en su voz de cansancio y frustración, aunque también con la entereza de un padre coraje, relató como viven su día a día desde que el 11 de agosto se llevaron a su hijo a un orfanato del estado del sur. En la lucha no están solos, cuentan con sus familiares y amigos, que además les están ayudando económicamente, así como con unos incansables compañeros de viaje: Rubén Fernández y Sonia Alonso, quienes persiguen el mismo sueño que ellos. Mario Tinsae y Mikel Tamirat son sus respectivos hijos -de casi dos años y medio y de trece meses-; con ellos han estado 137 días hasta que tuvieron que devolverlos de nuevo al orfanato. “Nos llamaba papá y mamá”, alegaba Jerónimo. Ahora sus esfuerzos se están volcando en el trabajo con sus abogados y con las autoridades diplomáticas, así como ejercer presión a través de los medios de comunicación para sensibilizar en su causa.

El estado del sur no contempla desde 2013 la adopción internacional y defiende que pueden hacerse cargo de ellos en sus orfanatos subvencionados por ONGs. Los documentos oficiales apelan a las irregularidades en un proceso que Jerónimo dice que han seguido “con total legalidad”, siguiendo las directrices de la Entidad Colaboradora en la Adopción Internacional (ECAI). Estas dos familias fueron aconsejadas de que no hicieran mucho ruido con el caso para evitar ralentizar el proceso, aunque el efecto ha sido justo el contrario. El Ministerio de Asuntos Exteriores está ahora ayudando, aunque quizá sea tarde, según reconocía nuestro entrevistado. 77.000 firmas en la página change.org y miles de apoyos en sus perfiles de Twitter: etiopiadopta105 y etiopiadopta106.

El proceso judicial continúa, la próxima vista es este mismo miércoles y allí estarán acompañados por una cónsul española que ha sido enviada para este fin. Jerónimo lamentaba que el estado del sur alegue que los niños viven mejor en un orfanato que con unas familias donde se habían creado vínculos, aunque para él todo se debe a “un pulso político”. En el proceso judicial quieren contar también con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, cuyo titular, José Manuel García-Margallo, ya ha afirmado que se han desplegado “gestiones de alto nivel”. Su desgaste emocional se suma al físico, pero no empaña su lucha. Jerónimo y Sylvia sueñan con que algún día, más pronto que tarde, su pequeño pueda disfrutar con sus tíos y primos de Talavera en la casa que tienen en la Atalaya del Alberche


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