O mejor: Indignación indignadamente indignada e indignante. ¡Qué bonito!
Me voy a ganar unos pocos enemigos más.Es indignante el que se hayan promovido movimientos que tienen buen fondo, pero malas formas.
¿Estamos en la democracia de ‘Matrix’ para que alguien reclame una ‘Democracia Real’? ¿Eso de ‘Real’ viene de ‘realidad’ o de ‘realeza’? Muchos ni lo saben.
El otro día paseé por la Plaza del Pan, matutinamente. ¡Qué bien quedaban las tiendas de campaña en este nuevo camping que los dirigentes no se atreven a autorizar ni a desautorizar!
Como no me merece excesiva atención, sólo reclamaré que me han impedido pasar por donde habitualmente lo hago cuando transito por la principal plaza de la ciudad en la que vivo por un motivo que desconozco. Desde luego, poco digna la forma de pedir el cambio, por mucho que se respalden en sus argumentos y hayan creado un cacao donde se han unido churras, merinas y el resto de razas para pastar y pastorear en lugares públicos.
Las revoluciones ya no se hacen aquí de abajo arriba, para eso nos hemos dotado de un sistema imperfecto pero que tiende hacia la mejoría. No es necesario, y me sobra, el que lleguen unos iluminados para intentar establecer algo parecido a los falansterios de Fourier. (Anda, mirad en Wikipedia los ‘indignados’ que no sepáis qué es eso, que os irá bien).
Queridos iluminados: alabo vuestra postura, lo dije hace unas semanas, ‘quién con veinte años no es de izquierda es que no tiene corazón, pero el que con cuarenta no es de derechas es que no tiene cabeza’. No es que yo sea de derechas, pero tampoco lo soy de izquierdas. ¡Más quisiera yo haber tenido la oportunidad de poder manifestarme o acampar en mi Facultad, cuando la Policía Nacional aún vestía de gris! ¿Véis? Sin embargo, a vosotros, os toleran el que yo no pueda pasar por un lugar de acceso público por el que estoy en mi derecho a transitar. Porque hay una tienda de campaña en medio. O dos. O cien.
Me da igual la Plaza del Pan de Talavera que la Puerta del Sol de Madrid. Como ciudadano de este país que intentáis voltear reclamo la posibilidad de ir donde quiera y cuando quiera a cualquier lugar público (más si son calles, avenidas o plazas) sin tener que desviar mi ruta para evitaros.
No es que deis miedo, es que nos indignáis. Por suerte, supongo, vuestra burbuja de indignación estallará entre vuestras propias manos, ya que hacéis asambleas en las que no sois capaces ni de poneros de acuerdo.
Ha sido un bonito experimento. De burbujas. Como ya dijo alguien hace tiempo, le habéis hecho con gaseosa.
Aunque os queda el nombre de la marca: Gaseosa Indignidad. ‘Indignidad indignada’.
Y eso sí es real, no vuestra pretendida y utópica democracia.
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