LOCAL

Denuncia contra el maltrato animal tras la muerte de una yegua preñada

Estremecedor testimonio de José Manuel B.R., testigo del espeluznante caso

Redacción La Voz del Tajo | Jueves 07 de agosto de 2014

El pasado jueves, 31 de julio, en torno a las nueve de la noche, me percate de la presencia de cuatro individuos jóvenes manipulado un caballo en un terreno cercano a mi vivienda. Situado entre la calle Paralela (vía muerta) y el Camino del Pilar. Para acceder a dicho terreno se tiene que atravesar bien la acequia o las vías del tren, o sortear unas vigas de hormigón que delimitan la entrada a la finca. No pude observar por cuál de las tres opciones se decantaron. Lo que si pude comprobar fue como lo ataron con una cuerda. De una extremidad lo ataron a una pata y de la otra a una viga de hierro a modo de estaca clavada en el suelo. La cuerda no tendría más de 7 u 8 metros de longitud.

El caballo quedó anclado en el centro de la finca, desde la que no tenía acceso a agua ni podía causar un peligro en la carretera ni la vía. Para comprobar la fuerza de la cuerda y de la estaca, procedieron a lanzarle piedras para que el caballo se revolviese. El caballo se mostró en todo momento asustado, y pese a sus intentos ni la estaca ni la cuerda cedieron, cosa que sí hicieron sus fuerzas pues cayó al suelo en repetidas ocasiones. Terminada la comprobación por parte de los cuatro individuos, procedieron a marcharse atravesando la acequia en un Fiat punto blanco del año 95, 96 o 97. Visto el trato recibido por parte del animal, llamo al 091, Policía Nacional. Le informé de todo cuanto había acontecido y había sido testigo.

El agente que me atendió, me preguntó por la seguridad que implicaba que el equino estuviese allí. Lógicamente le respondí que no había peligro para la seguridad del tráfico ni de las personas. Me comentó que aunque no era competencia de ellos, informaría a una patrulla para que se pasasen por el lugar, si bien me dijo que no podrían hacer nada. Estuve esperando cerca del lugar en torno a 30 o 35 minutos, más para informales de donde se encontraba el caballo (desde la carretera no se ve) que para comprobar que efectivamente viniesen. Pasado ese tiempo y sin ninguna visita policial, me marché del lugar. No sé si después se pasaría alguna patrulla o no. El viernes 1 de agosto, el caballo se encontraba por la mañana aún en el terreno. Seguía atado.

Pude ver de nuevo al Fiat punto acercarse al lugar, bajaron esta vez dos individuos, y se acercaron al animal. El animal se comportaba rehuyéndolos, como si no estuviese familiarizado con ellos. Un par de minutos después, abandonaron el lugar. Pude ver en otra ocasión posterior al Fiat punto blanco, aunque no sabría matizar la hora, pero fue esa misma noche del viernes 1 de agosto. El viernes a mediodía, el caballo continuaba atado y sin acceso a agua. Únicamente comiendo los pocos pastos e hierbas secas del lugar. El viernes volví a llamar a las autoridades. Esta vez a la guardia civil, pensando en el Seprona. La respuesta fue que no era competencia de ellos puesto que se encontraba dentro de Talavera, y que entonces sería competencia de la Policía Local.

Con las mismas realicé una llamada a la Policía Local de Talavera. La agente que me atendió comprendía perfectamente mi indignación por la situación del caballo, pero me comentó que no podían hacer nada, puesto que el departamento de medio ambiente solo trabajaba por la mañana de lunes a viernes, y que hasta el lunes no estarían. Ante mi insistencia por la falta de medios y recursos del Ayuntamiento y el estar harto de que todas las autoridades me remitiesen a la falta de competencias, le pegunte si existía algún teléfono en concreto en el ámbito de Castilla la Mancha para tales situaciones. La respuesta fue que lo desconocía, y me remitía al grupo de medio ambiente.

También me informó que si el dueño del terreno no denunciaba su uso ilegal y sin su permiso, la Policía Local no podía actuar. Lamentablemente el sábado por la mañana el caballo se tambaleaba. Cuando regresé de trabajar en torno a las 15 horas, el caballo se encontraba tumbado sobre el terreno. El caballo había muerto. Varios de mis vecinos también se habían percatado de la existencia del caballo y le habían echado cubos de agua, sin resultado ninguno, pues el equino se había desplomado muerto hacía algunas pocas horas.Sobre las 16 horas llamé al 112 emergencias de Castilla la Mancha. Tras pasarme con la jefa de sala le expliqué todo lo ocurrido con el caballo desde el jueves hasta el fatídico sábado.

Me comunicó que lo único que podían hacer era hablar con Policía Local de Talavera, exponerles el caso y avisar a una patrulla para que se personase en el lugar de los hechos. Pasada media hora y viendo que no llegaba ningún vehículo policial, me persone en la comisaría de la Plaza del Pan. Fui atendido educada y correctamente, les enseñé las fotos del caballo y el lugar. Pero nuevamente me informaron de la falta de competencias, de la ausencia hasta el lunes del equipo de medio ambiente, y de la imposibilidad de recoger al animal puesto que ese servicio lo había quitado el ayuntamiento. Apesadumbrado y ciertamente enojado regresé a mi casa.

Al cabo de 20 o 25 minutos recibí una llamada de la policía, indicándome que una patrulla se encontraba en el lugar y no encontraban al caballo. Fui en busca del vehículo policial y les llevé hasta el animal. La policía local que vino era del equipo de atestados de accidentes. Intentaron detectar sin éxito si el animal se encontraba en posesión del chip informativo, siendo negativa la pesquisa. El agente especuló sobre cómo podían haber llevado al animal muerto hasta allí, a lo que yo le contesté que el animal llegó vivo. Que el jueves estaba vivo, y que desde ese día no había hecho otra cosa que informar a las autoridades sobre la situación y el trato que se le estaba dando al animal.

La sorpresa del agente fue mayúscula. De la sorpresa pasó a la indignación por como se había llegado a esa situación y haber dejado morir al animal. Los dos agentes recabaron información por mi parte, me tomaron los datos y realizaron fotos para el informe. En todo momento se mostraron indignados y airados por la falta de competencias. Se solidarizaron por mi causa y cabreo por dejar entre todos de morir al animal. Recogieron sus pertenencias y abandonaron el lugar. Puedo entender y comprender que haya hechos y situaciones mucho más graves y urgentes que requieran de cualquier cuerpo del orden. Entiendo que la vida de un caballo se le dé menos importancia que a la de un ser humano, lógicamente.

Y que la sociedad de hoy tenga mayores retos y desgracias que preocuparse por un caballo atado a una estaca, viendo la pobreza que hay, los desahucios, el paro, etc. Pero aun entendiendo y comprendiendo todo esto, me da rabia. Me da rabia que todos y cada uno de los cuerpos a los que llamé, me dijesen que no era competencia suya. Me da rabia que cuando por fin se acercan unos agentes sea para certificar la muerte del animal. Todos los sabíamos y entre todos le dejamos morir. Me puedo imaginar al animal solo en la noche sin un mal cobijo. Llegar el día y no tener agua para beber. Comer solo pasto seco. Me puedo imaginar al animal agonizando, solo, sin nadie a quien dirigir los ojos. Sin nadie que le mostrase un mínimo de humanidad y cariño.

Agonizando hasta desplomarse y sentir como su vida se le va, sin ni si quiera comprender que es lo que ha hecho mal. Sin comprender porque lo han atado y dejado morir solo. Si esta es la sociedad de las competencias. Si esta es una sociedad humana, permítanme que prefiera los animales antes que a esos cuatro desgraciados que ataron al animal para no hacerse cargo de él y dejarle morir. El animal no eras tú, los animales son ellos.


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