MARÍA LUISA CARRO
Irene González Moreno | Miércoles 23 de abril de 2014
Formamos parte de una sociedad que nos ha enseñado a pensar de una manera muy limitada. Nos han dicho que la riqueza, la plenitud, el sentido de nuestra vida, está fuera de nosotros mismos. De ahí que nuestra economía esté basada en el "tener". Todos queremos tener éxito, tener mucho dinero, tener estatus, tener prestigio. Trabajamos muchas horas al día para comprar muchas cosas, proyectamos nuestros sueños, nuestros delirios, nuestros anhelos más profundos en el dinero, y ¿qué pasa? que
finalmente muchos acabamos con un vacío existencial.
Tenemos más riquezas materiales que nunca, pero nunca hemos sido tan pobres espiritualmente, tan pobres emocionalmente, por eso hay tantas personas padeciendo una crisis existencial. Pero eso tiene que ver con estas creencias de poner nuestra felicidad, nuestra autoestima fuera de nosotros mismos. Depender de lo que piensen los demás, no seguir nuestra voz interior sino dejarnos llevar por la opinión de la gente, por la opinión de la mayoría. No nos atrevernos a hacer aquello que igual estamos destinados o deseamos en nuestra vida.
Desde estas creencias tan limitantes que nos han llevado a todos a competir, a mirarnos unos a otros por una competición férrea por el dinero, por el estatus. Todo esto esto ha forjado un paradigma o mejor dicho un viejo paradigma organizacional de entender la vida, una forma de entender la organización.
La organización nace en base a estas creencias, en base al juego que es la economía y su principal objetivo es ganar dinero a corto plazo, ese es el principal objetivo, y la mayoría lo vive de forma obsesiva. Tanto es así que en las empresas su principal objetivo es sobrevivir económicamente tomando decisiones deshumanizadas, los empleados compiten entre ellos, no les importa lo que tengan que hacer, lo importante es ganar dinero, porque ahí está puesta su felicidad, en ganar dinero, y no pasa nada, si luego me siento vacío, porque me pongo una máscara delante de los demás y en este teatro de la sociedad digo que todo va bien.
Este viejo paradigma está en decadencia, es el paradigma mayoritario en el que vivimos la mayoría de nosotros, pero está en decadencia, no porque sea malo o bueno sino porque genera resultados de insatisfacción, genera resultados de vacío. Y cada vez somos más los que estamos cuestionando esta forma de pensar, lo que pasa que con el miedo al cambio no lo queremos ver.
En base a este contexto, buscamos nuestro sentido de la vida en el lugar equivocado, simplemente porque hay más luz, simplemente porque ya desde pequeños nos han dicho busca en el éxito, busca en el dinero, busca en el reconocimiento, se nos dice como hemos de pensar. No se nos pregunta ¿cuál es nuestro propósito?¿cuál es nuestro talento? ¿qué nos apasiona en la vida? ¿qué es lo que realmente queremos hacer?.
Pero cuando tenemos el autoconocimiento, de qué necesitamos realmente para ser feliz, cuando ponemos en orden nuestro interior y nos hacemos conscientes de nuestro lado oscuro, de nuestros miedos, nuestras carencias, empezamos a tener otra visión de la vida.
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