Javier Rivas
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
En esta semana que ha pasado hemos asistido a dos hechos de gran importancia para el Estado de Derecho democrático: por un lado la vulneración absoluta del mismo con la inclusión de las fuerzas militares de USA en Pakistán y el asesinato de Bin Laden.
Hasta ahora el mundo entero podía tener la convicción MORAL de que este terrorista era el ser más abyecto del mundo y uno de los mayores criminales de la historia reciente; podíamos tener la convicción de que fue el inspirador de los atentados de Nueva, York, de Madrid, de Londres, etc. Etc., pero a todos nos faltaba tener la seguridad jurídica, demostrable urbi et orbe, que era el verdadero culpable de todos os crímenes de los que se le acusaba. Gracias al proceder gansteril y pistolero de los EE.UU., nunca tendremos esta convicción, siempre tendremos la duda, de si era cierto o no, que él y solo él, estaba detrás de todos estos crímenes. Nos han cercenado, para siempre y de forma irremisible, la posibilidad de ver juzgado a un asesino, de la demostración de que el Estado de Derecho es moral y jurídicamente infinitamente superior al estado de terror que propugnaba este individuo. Y por si fuera poco penoso y despreciable la actuación de los EE.UU. no lo es menos la de los sumisos aliados. Oír al presidente Zapatero apoyar la actuación del asesinato de Bin Laden, y felicitar a Obama por el resultado, es de las cosas más tristes y rechazables que he tenido que escuchar en muchos años.
Pero por otro lado hemos visto lo contrario: el triunfo del estado de derecho sobre la ignominia de partidos políticos, dirigentes y jueces que ante la duda sobre la vinculación de Bildu con ETA optaron, contrario al principio jurídico de “IN DUBIO PRO REO” por dictaminar en contra del sospechoso. Ante la duda, el tribunal supremo decidió ilegalizar a Bildu, ante la sospecha, se actuó de forma preventiva para impedirles presentarse a las elecciones, a costa de impedir que partidos legales y demócratas, como EA, se presenten a unas elecciones libres.
En este caso podemos tener la duda razonable de que ETA pueda estar detrás, pero en derecho si no hay pruebas, si no hay convicción, no se puede condenar, la duda solo es causa de inocencia, nunca de culpabilidad. No obstante, la ley de partidos, tan chirriante en muchos aspectos, se cura en salud y dice que si de forma sobrevenida se demuestra la contaminación de la coalición por ETA, se puede ilegalizar y quitar el acta de concejales o diputados a sus representantes. Por lo tanto, no entiendo que pueda existir tanto miedo a equivocarse, aún a costa del Estado de Derecho.
Por suerte, el Tribunal Constitucional, que reconozco haber dicho en muchas ocasiones que debería desaparecer, en este caso, como en otros tantos, ha puesto cordura y ha impuesto la legalidad sobre las presiones bastardas de políticos, jueces sometidos, y asociaciones varias.
Lo que se ha oído después de la cloaca que algunos dirigentes del PP tiene como boca, es intolerable. ¿Recuerda el infame González Pons quien era Francisco Tomás y Valiente? ¿Recuerda este mezquino, que fue presidente del Tribunal Constitucional? ¿Recuerda este vil individuo, que fue asesinado por ETA?
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