Será viernes y 4 de octubre cuando en el Palacio de la Moncloa se reúnan Pedro Sánchez y Emiliano García-Page, los presidentes de España y de Castilla-La Mancha.
Las espadas, en todo lo alto y los cuchillos afilados. Page ha asegurado ya que le contará las cosas a Sánchez tal y como las dice en las calles de nuestra región. Del inquilino de La Moncloa sólo sabemos que los presidentes autonómicos que ya han visitado su despacho han salido contentos, incluso los del PP.
Me da en la nariz que no va a ser el caso de Page. Sobre todo porque la opinión de quien rige los designios de Castilla-La Mancha a día de hoy esta prácticamente en las antípodas del gobernante de España y no en pocos asuntos. Cataluña, financiación autonómica, agua, AVE, desarrollo del oeste español… son algunas de las notas en agenda del toledano.
A los que se verán el viernes les unen las siglas del PSOE pero, si lo pensamos, casi ni eso porque el concepto de Partido es muy diferente para uno y para otro. Tanto, que García-Page cada vez está menos solo en sus reivindicaciones de carácter nacional, no por aspiraciones de subir peldaños sino por plantear siempre, según se le escucha, la defensa de esta región nuestra y el concepto nacional de España.
El adelanto del Congreso Federal para finales de noviembre y las puyas a cada rueda de prensa de Page suenan a intenciones de purga para el que se enfrente a los designios de papá Sánchez. Y si bien no podríamos pensar en una ‘mañana de cuchillos largos’, sí es de esperar que en los próximos meses exista batalla interna. Nada sorprende ya.
A estas alturas de la película, casi todo el mundo sabe que el maquiavelismo del actual presidente del Gobierno de este país no sabe de límites para buscar compañeros de viaje mientras la figura de Page sigue sumando puntos a ambos lados del tablero. Afortunadamente, todavía queda mucha gente en España que prefiere una mente brillante a un cuerpo escultural.
Si (
No(
