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Carta del director

Eterno Paco Cubelos

Alberto Retana
Alberto Retana

Escrita por el Director de La Voz del Tajo, Alberto Retana

miércoles 14 de agosto de 2024, 09:17h

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No han pasado ni 72 horas de la clausura de los Juegos Olímpicos de París y ya prácticamente se nos han olvidado. Los éxitos formarán parte del recuerdo colectivo pasados unos años, pero los detalles se perderán en el olvido de nuestra fútil memoria.

Hoy, con el mando de la tele preparado para ver los partidos de la liga de Mbappé, las sonrisas y las lágrimas de nuestros deportistas no tiene ya sitio en el imaginario general.

Todos ellos se prepararon durante 4 duros y largos años para que Talavera, Toledo o Castilla-La Mancha estuvieran representados frente a americanos, asiáticos, oceánicos, africanos y otros europeos en las olimpiadas parisinas.

Hoy, tras el recuento de medallas, hay muchos de ellos jodidos intentando explicarse el resultado de sus pruebas y el porqué de haber vuelto sin preseas a casa. Esa es la salud mental de los deportistas de élite que nos debe preocupar.

Hoy, jóvenes como Paco Cubelos –y antes Fernando Alarza– se preguntan para qué tanto esfuerzo, tanto sacrificio para no alcanzar la meta en los primeros lugares.

Ellos, más que nadie, tienen claro que el deporte tiene estas cosas. Se puede ganar, pero alguien siempre sale perdiendo. Hoy, Cubelos Sánchez, don Francisco, necesita un espaldarazo más que nunca por parte de quienes le deben querer y valorar siempre, que son sus paisanos. Porque para enviar mensajes por las redes antes de la carrera, para hacerse la foto con ojos brillantes, valemos todos. Ahora, en los momentos más duros, es cuando Paco, Fernando, Sandra, Álvaro, Víctor y tantos otros deportistas que viven entre nosotros necesitan una sonrisa, una palabra, un beso o un abrazo.

Por eso, vaya hoy la mayor de mis admiraciones para todos los deportistas de nuestra tierra que no han podido conseguir sus objetivos en los pasados juegos, personalizándolo en un hombre al que tengo por amigo y que ha demostrado tener un corazón inmenso latiendo en blanco y en azul desde Londres, pasando por Río de Janeiro y llegando a París con la cabeza muy alta, que es lo que ahora debe hacer. Orgulloso por ti, eterno Paco Cubelos.

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