José María Manzanares es un torero muy querido en Talavera que cuenta cada comparecencia por puerta grande. Vuelve junto a Juan Ortega y Tomás Rufo en un cartelazo donde nuestra ciudad disfrutará de uno de los toreros más importantes de lo que llevamos de siglo.
Siete comparecencias y siete puertas grandes. Talavera es sin duda una plaza de Manzanares ¿Qué supone para usted torear en Talavera?
Un cartel de gran interés. Es una plaza en la que siempre que he actuado me he sentido bien. Es un coso que tiene mucha personalidad al igual que su afición, son muy respetuosos y cariñosos sabiendo ver el toreo bueno. Para nosotros, los toreros, es bonito poder torear allí porque además tiene la plaza un encanto propio.
En cuanto al cartel son dos toreros con los que he tenido la oportunidad de torear. He tenido más trato con Tomás porque con él tengo una estrecha relación y además fui testigo de su alternativa. Tomás es de Talavera y, siendo de allí, me hace especial ilusión torear con él como ya pude hacer con el Juli también. La experiencia fue muy bonita y espero que sea como mínimo igual que aquella.
Veintiún años de alternativa, ¿cómo se logra mantener la frescura e ilusión?
Es complicado. Te diría que cuando pasas los quince años de alternativa notas más las etapas que tiene la carrera de un torero. En esas etapas tú vives diferentes emociones y sentimientos. Resumiéndote un poco te diría que hay tres etapas fundamentales: en la etapa del principio uno derrocha ilusión y le pone mucha ambición a triunfar y a todo.
En la segunda etapa tienes que ratificar la posición que has conseguido, la posición de figura. Tienes que defender éso día a día. Es una etapa muy gratificante en la que entras en los carteles que siempre has soñado y tienes la ilusión de mantenerte ahí.
La tercera etapa, en la que estoy yo ahora mismo, es un periodo en el que el aspecto estadístico y la ambición cobran un segundo plano y uno busca más otras cosas como los sentimientos y ahondar en un toreo más profundo. Es una etapa muy bonita porque es mucho más sentimental y yo busco ir mejorando mi manera de torear en el concepto.
Te tomas las corridas de diferente manera porque como te decía es más emocional y disfrutas más cada tarde y de la afición, de todo lo que vives. Te podría decir que hay otras etapas o que dentro de estas tres hay otras más pequeñas pero creo que son las fundamentales. Usted ha convertido a la suerte suprema en un espectáculo.
¿Qué secreto tiene para convertir una de las suertes más difíciles en un espectáculo y además con esa regularidad?
Es algo que hemos cuidado desde el principio. Recuerdo que cuando decidí ser torero mi padre me lo inculcó mucho en su importancia. Fue algo que entrenamos muchísimo y durante mucho tiempo cada día, date cuenta que es como el culminar una faena grande de una forma muy bonita con una estocada buena.
La suerte suprema cobra una importancia muy grande a la hora de los resultados de cada torero y es necesario si quieres triunfar e ir creciendo en esta profesión dominarla. Por eso dedicamos mucho tiempo y sacrificio entrenándola. Lo de matar recibiendo fue algo que empecé en fue algo que empecé en 2010-2011 y era una suerte que nunca había entrenado en el campo ni a solas ni nada.
Recuerdo que en unas Fallas de Valencia me perfilé delante del toro y sentí la necesidad de entrar a matar recibiendo, así lo hice y lo pinché al igual que al día siguiente que toreaba en Castellón. Es una suerte que, a base de ir haciéndola en la plaza con el público, pues he ido perfeccionando poco a poco hasta el punto que ha habido años que he matado más toros recibiendo que habrá ha habido años que he matado más toros recibiendo que al volapié.
Según van pasando los años uno no tiene la misma regularidad que cuando es joven porque todo afecta. Uno no tiene la misma coordinación ni la misma fuerza que hace cinco o diez años pero si es una suerte a la que te puedo decir que le dedico una especial dedicación, pues para mí es muy importante y con lo que disfruto mucho.
Es una suerte muy pura en la que cada torero pasamos nuestras rachas pero cuando estás a gusto y te sientes bien con ella es muy bonita, sobre todo porque le das una muerte muy digna a un animalque entrega su vida.
Más de 20 años en la cima, ¿Se llega a disfrutar de la presión que éso supone o solo se puede aprender a convivir con ella?
Es complicado cuando estás tanto tiempo arriba. La presión siempre es complicada, cuando no has hecho las cosas bien entonces la presión sí que se nota. Cuando uno no es responsable con sus obligaciones de entrenamiento, de dedicación a esta profesión se pasa mal porque tú internamente no te sientes seguro como para poder asumir esa presión, ahí es más complicada. Si tú estás comprometido con tu profesión y vives en torero, como debe vivir un torero, la presión es un aliciente más para seguir.
Para mí lo más complicado en el toreo es mantenerte durante tantos años y ganarte un respeto de los aficionados y de tus compañeros; cuando uno está ahí tantos años no es por suerte ni por casualidad y si por la entrega máxima en la que has mantenido un respeto que te has ganado. Es muy duro porque tienes que renunciar a muchas cosas pero luego merece la pena todo lo que uno siente delante del toro que yo pude tener la suerte de sentirlo con mi padre y ahora gracias a Dios vivirlo yo.
Dalia y Arrojado son dos toros inolvidables en su carrera. Aparte de dos hitos históricos suponen que Madrid y Sevilla se le entregaran aún más. ¿Se llega a vaciar un torero cuándo logra rendir a las dos plazas más importantes del mundo?
Han sido dos momentos muy especiales en mi carrera. El indulto de Arrojado y la faena de Dalia en Madrid podría decir que han sido dos de los momentos más importantes para mí. Son dos faenas que me han cogido en dos momentos muy diferentes de mi carrera. Arrojado, que fue el primer toro indultado en Sevilla, me pidió más joven mientras que Dalia fue en una etapa de más madurez. Yo particularmente, por como he ido evolucionando, me inclino más por la faena de Madrid aunque lo que se vivió en la plaza fue precioso en Sevilla y sobre todo muy emotivo.
Yo no sé los demás pero yo si me llego a vaciar cuando se juntan todas las cosas que deben reunirse para que eso suceda. Cuando un torero se abandona no piensa en nada más, simplemente torea sintiéndolo sin ninguna otra cosa en la cabeza llegando a olvidarse de todo, del cuerpo, de la técnica y de los pensamientos; entras como en otro estado pera pero es algo que ocurre pocas veces a lo que puedes llegar si el toro te lo permite y tú te sientes bien y a gusto con él.
Son momentos mágicos que la gente percibe de una manera especial, de una manera muy pura porque está viendo algo especial como es ver a un torero vaciándose delante de un toro. Tú puedes estar entregado con un toro y estar pensando lo que tienes que hacer delante de él pero el momento más especial es cuando te olvidas de todo y ahí la gente lo percibe de una manera única haciendo que las faenas tomen otra dimensión.
Las faenas de Arrojado y Dalia sí que han podido ser las más importantes de mi carrera por la importancia del sitio dónde fueron aunque ha habido otras muy especiales. Vivir esos momentos es algo inigualable tanto para el torero como para el aficionado porque yo lo he logrado vivir con mi padre. Para eso se entrena y te sientes muy especial, tanto esfuerzo y sacrificio es para vivir momentos como éstos.