En 2022, las catástrofes provocaron la cifra récord de 32,6 millones de desplazamientos, de los que el 98 % fueron causados por peligros relacionados con el clima, según el Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Internacional (IDMC). Otro dato: 200 millones de personas necesitarán anualmente ayuda humanitaria en 2050 por el impacto del cambio climático. Las cifras hablan por sí solas. Las consecuencias del cambio climático son ya tan evidentes que es imposible negar que nuestro planeta se encuentra en una situación límite de emergencia climática.
El calentamiento global provocado por el cambio del clima es tan evidente que está limitando la disponibilidad y la calidad del agua para el consumo humano y la agricultura. Esta fatídica transformación se está produciendo de una forma tan violenta y rápida que ningún rincón del mundo está a salvo de las devastadoras consecuencias del cambio climático. La destrucción de los entornos está provocando la migración forzosa de numerosas poblaciones o el cambio en los ecosistemas está provocando una crisis alimentaria sin precedentes. Millones de personas deben huir de sus hogares por sequías, inundaciones, terremotos y otros desastres naturales, forzados, hambre, muerte y devastación.
El calentamiento global tiene consecuencias no solo en la meteorología, los paisajes y la hidrología, sino también sociales. Por ello, es primordial que exista una voluntad de llamada contra la emergencia climática, para que se actúe ya y se ayude a los que más la están padeciendo, porque quienes menos han contribuido a los efectos del cambio climático son los mayores afectados.
Y ante ello, ACNUR, y el Comité Español de ACNUR recaudando fondos, velan por el respeto y la protección internacional de las personas refugiadas, desplazadas y solicitantes de asilo. A su vez, hacen un llamamiento a los Estados para que tomen, de manera conjunta, medidas urgentes para combatir la emergencia climática y mitigar su impacto en la vida de millones de personas e insisten en intensificar la protección y asistencia a las personas desplazadas por desastres y por los efectos del cambio climático. No hay duda de que los Estados tienen que tomar cartas en el asunto antes de que las consecuencias del cambio climático sean todavía más irreversibles. Si bien, el esfuerzo debe de ser conjunto para realizar las transformaciones necesarias para llevarlo a cabo, en todos los aspectos de la sociedad: el cultivo de los alimentos, el uso de la tierra, el transporte de mercancías y el fomento de nuestras economías.
ACNUR se enfrenta a tres importantes desafíos:
1. En materia de medio ambiente: reducir su impacto en el medio ambiente, atender a desplazados climáticos y socorrer a víctimas de desastres naturales cuando los gobiernos afectados lo soliciten.
2. Ante la emergencia climática: atendiendo a los desplazados climáticos ofreciéndoles asistencia y protección.
3. Reducir su impacto en el medio ambiente: para ello desarrolla una política de respuesta humanitaria que afecta lo menos posible al medio ambiente. Esto se traduce en proyectos de reforestación, energías renovables, combustibles ecológicos, reciclaje y cuidado del entorno. El acceso a energía limpia y sostenible en los campos de refugiados es uno de los ejes centrales de la Estrategia de Energía Sostenible de ACNUR. El objetivo es minimizar el impacto medioambiental en las operaciones sobre el terreno en todo el mundo.