Llegan las primeras elecciones después de julio de 2023. Se acercan este fin de semana los comicios vascos en los que, pase lo que pase, el PSOE será sólo una comparsa y, lo peor, tendrá un lío en Madrid tanto si gana el PNV o lo hace Bildu.
Esto es solo el principio porque después llegarán las elecciones catalanas y las europeas. Y serán otros dos plebiscitos para el presidente del Gobierno. En uno se juega el mayor follón de esta legislatura a cuenta de los chirigoteros de la amnistía y, en el otro, su caché internacional.
He leído por algún sitio que Sánchez prepara ya su salida con un puesto fuera de España para continuar con su carrera política. Ese futurible abre varios melones y provoca la expectación suficiente como para que surjan elucubraciones de todo tipo.
Alguna de esas invenciones plantea que sea García-Page el que comandaría el nuevo PSOE a cortísimo plazo y, sinceramente, no me la creo. Sobre todo porque los que lanzan ese rumor son los que critican luego la influencia o no del presidente de Castilla-La Mancha en el grupo socialista del Congreso, los famosos siete votos.
Claro que hablar de oídas en política, con el único análisis de una cuchara dando vueltas en una taza de café, es lo que tiene: argumentos cero o pensar con las tripas.
Page me da que va a seguir en esta región porque tiene aún mucho plan por desarrollar y porque es el único socialista con mayoría absoluta de España. Le pasa algo parecido, pero justamente al revés, que a su rival Paco Núñez, que pidió escaño en Europa y le dijeron que siguiera recorriendo carreteras en Castilla-La Mancha.
Pero bueno, es lo que tiene cada cual. Unos siguen gobernando y no les duelen prendas a la hora de decir lo que piensan aunque sea contra su secretario general; otros acatan órdenes por no tener claro ni el futuro cercano ni el lejano… bueno y luego están los otros. Esos que no se sabe si están o no están porque aparecen y desaparecen como los protagonistas del largometraje de Amenábar. Eso sí, ni David Moreno es Nicole Kidman ni la película de VOX en esta región aspira a los Oscars. Más bien parece de serie B, esa segunda categoría que ya vivimos con PODEMOS y que hoy se aventura con el partido de ultraderecha donde las grietas cada vez son más grandes.