No, que el término no le induzca error. Aunque
anhedonia sea una palabra bonita, con una sugestiva
sonoridad y nos remita a
hedonismo, al disfrute y al placer, quiere decir justo lo contrario. En el contexto
psicológico, además, a esa falta de experimentación del placer se une la
pérdida de interés y satisfacción ante actividades que nos gustaban y nos reportaban beneficios personales.
Es decir, si antes le encantaba practicar deporte; si otro de sus hobbies era la lectura y no se perdía ningún evento social, y ahora no sólo
no le apetece nada de esto, sino que si le aburre y molesta, tienes un síntoma muy característico de los
cuadros depresivos.
No es que, explica la psicóloga
Pilar Conde, no se pueda experimentar apatía y alejamiento de las cosas en algún momento puntual. Hasta cierto punto todas las personas pasan por ello en algún momento. Se trata de la pérdida prolongada de placer. Ésta, no se presenta, además, de manera abrupta, sino que lo hace de
forma progresiva. Poco a poco, la persona se va alejando de sus
intereses habituales y dejando atrás las
motivaciones que le impulsan a diario.
Se inicia así un círculo vicioso, un proceso de retroalimentación, del que no es fácil salir sin ayuda, advierte la directora médica de
Clínicas Origen: no se tiene ganas, por ejemplo, de ver a la familia y amigos, por lo que la persona se asila. Ese aislamiento, a su vez, le deprime más e incrementa la sensación de
soledad, abatimiento y abandono típicos de algunos procesos depresivos.
La
anhedonia no es, pues, una enfermedad. Es un síntoma que también puede aparecer asociado a otros diagnósticos como el
trastorno bipolar y otros problemas mentales graves. También en cuadros de
ansiedad y procesos de
duelo. No tiene edad, puesto que puede surgir en cualquier momento de la vida, sin respetar a niños y adolescentes, en los que la anhedonia suele ir acompañada de señales y manifestaciones de
irritabilidad.
A ellos y todos sufran de anhedonia, la psicóloga les recuerda que se trata de una
situación reversible. Con el tratamiento adecuado se van recuperando las ganas de hacer y estar. Una de las herramientas a trabajar es la
activación conductual, que consiste en ir retomando de manera progresiva las actividades abandonadas, empezando por las que reportan más bienestar y requieren menos esfuerzo.