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La amistad del talaverano Víctor González Gil con Miguel Hernández y Maruja Mallo

Víctor González y Miguel Hernández
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Víctor González y Miguel Hernández

Escrito por Julio Fernández-Sanguino Fernández

martes 02 de mayo de 2023, 19:14h

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A principios de 2023 se difundió la lista de los autores españoles cuya obra había pasado a dominio público por haber fallecido en 1942. Entre ellos, figuraba Miguel Hernández, lo que posibilitó que el 9 de marzo pasado la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, en su buen hacer en pro de la historia y cultura de este país, inaugurase las "Bibliotecas de Autor" del poeta oriolano y la de Antonio Machado para poner a disposición pública sus obras, junto con otros textos relacionados de terceros escritores.

Con anterioridad, el legado de Miguel Hernández había sido depositado en el Instituto de Estudios Giennenses, dependiente de la Diputación de Jaén, tras el acuerdo alcanzado con la familia propietaria ante la situación de desprotección en la que se encontraba.

Esta documentación posibilitó la difusión de diversos textos sobre el poeta oriolano y Maruja Mallo tras haberse declarado el 2017 "Año Hernandiano" con motivo del 75 aniversario del fallecimiento de Miguel Hernández, que, tras recorrer varias cárceles franquistas después de la Guerra Civil, falleció a los treinta y un años en la de Alicante el 28 de marzo de 1942. Asimismo, la Real Academia Galega de Bellas Artes decidió dedicar ese año a la pintora Maruja Mallo, artista de la generación del veintisiete y considerada como la musa del surrealismo, nacida en Viveiro, Lugo, en 1902.

Uno de los documentos analizados fue un guion para una posible película sobre Miguel Hernández que Macia Vila escribió en 1985 y en el figuraban algunas secuencias en las que aparecen la pintora vivariense y Víctor González Gil, escultor talaverano que editó en su ciudad la revista "Rumbos" y en la que incluiría en el número 2, de 15 de junio de 1935, el soneto de Miguel Hernández "Pastora de mis besos". En ese texto se pone de manifiesto la amistad existente entre los tres personajes indicados en el Madrid de la Segunda República.

En una de las escenas, Miguel Hernández llegaba muy alegre al café Pombo tras haber conseguido un contrato literario con José María Cossío. Sentados en una mesa estaban Maruja Mallo y Víctor González Gil. Al verles, Miguel va hacia ellos. Víctor, le saluda e indica que le quería presentar a una admiradora suya que, además, era una extraordinaria pintora.

Seguidamente, Maruja le decía a Miguel: ¿Así que tú eres el poeta cabrero? A lo que respondería: Sí. Y ahora, además, biógrafo de toreros. En referencia a su participación en la enciclopedia taurina de Cossío. Víctor le preguntó si le habían dado el trabajo, y, ante la respuesta afirmativa de Miguel, señaló que había que celebrarlo. Llamó al camarero y pidió tres cafés. La escena finalizaba con los gritos de la mesa de al lado, donde estaba Ramón Gómez de la Serna con sus incondicionales hablando de política.

En otra secuencia, se recrea un hipotético viaje de Maruja y Miguel a un pueblo cercano a Madrid, que se estima debería ser Vallecas al estar allí su famosa Escuela, considerada como de vanguardia donde la evocación del arte tendería hacia una postura participativa, y en la estuvieron Maruja Mallo y Víctor González Gil, junto con otros relevantes artistas del momento, como el escultor toledano Alberto Sánchez y el pintor albaceteño Benjamín Palencia.

Ambos aparecen paseando y Maruja indicaba al poeta que le parecía que no tenía las ideas claras, en relación con sus obras, a lo que respondería Miguel Hernández precisando que sus influencias literarias eran muy amplias en aquellos primeros momentos de su carrera como escritor. La conversación se prolonga con temas relacionados con cuestiones cotidianas de la vida, acerca del amor intelectual y sobre otros temas, como la política o de toreros. Seguidamente, Maruja señalaba que estaba pensando que, por el hecho de que le hubiese acompañado en ese viaje, mañana todo Madrid lo comentaría como un nuevo idilio, a lo que replicaba Miguel apuntando que el que lo hiciese es porque no tenía cosas más importantes que hacer. La escena finalizaba con Maruja reposando su cabeza sobre el pecho de Miguel y los dos permanecían en silencio.

En otra secuencia posterior, Víctor preguntaba otro día por aquel viaje a Miguel Hernández, que le respondió escuetamente: Instructivo. Al insistir sobre la pintora, el poeta señalaría: Un poco fría. De esta forma, se cerraba la relación entre ambos, que se estima utópica y simplista, para centrarse el guion en la vida del poeta.

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