OPINIÓN EN LIBERTAD
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Muchos de nosotros consideramos la corrupción política, la crisis –económica, política y de valores–, la pobreza o el paro algunos de los problemas más graves para España, [...]
[...] suponiendo mayúsculas dificultades que azotan con fuerza el país. Según los datos que desprende uno de los últimos barómetros estudiados, se otorga relevancia, muy por detrás de la corrupción, a inconvenientes que dañan la imagen de España en el exterior, como son la tasa de desempleo y la escasez económica, las innumerables huelgas y protestas ciudadanas, así como las trabas del sistema financiero. Todo ello genera y supone en sí una espiral de muy difícil salida.
Sabiendo esto, yo me pregunto: ¿qué ronda la cabeza de los españoles cuando nuestros ingresos ya no llegan a fin de mes? ¿Cómo se digiere el pan duro mientras en el telediario informan de los escandalosos sucesos ocurridos en nuestros bancos? Sí, nuestros bancos. Aquellos en los que depositamos nuestro dinero. Dinero que es el sustento de nuestra familia. Dinero que día a día sudamos o que, al menos aún, hay quien tiene el privilegio de hacerlo. El mismo dinero que mes a mes se ve mermado. Dinero que más tarde se pierde en los bancarios entresijos de una gestión poco ética. Gestión con tantos agujeros como el queso suizo.
Un claro ejemplo de ello lo encontramos estas semanas en las páginas de nuestros periódicos que, inevitable y desafortunadamente para todos, hablan del pufo provocado por las gestiones de dudosa racionalidad económica de los siete exdirectivos del Banco de Valencia. Operaciones que superan cifras cuantificadas en cientos de millones de euros. Casi nada.
Ahora, más de un año después de la intervención de dicha entidad, el Banco de España abre un expediente sancionador a los antiguos responsables de Banco de Valencia –incluido su consejo de administración, entonces presidido por el también presidente de Bancaja, José Luis Olivas– al haber obtenido, por vía directa o indirecta, beneficios en perjuicio del patrimonio de la propia entidad bancaria, provocando un agujero cercano a los 137 millones de euros. Dicha decisión ha sido tomada en base a las evidentes irregularidades detectadas en la gestión de la entidad que finalmente llevaron a una situación de insolvencia.
¿Qué esperaban?
Esta vez coincido con el señor De Guindos y, como él mismo indicó, concluyo diciendo que esto, como muchas de las penurias que hoy sufrimos, es tan sólo "el resumen de todas las cosas mal hechas".