Eran las cuatro de la madrugada del viernes al sábado cuando se desató el caos en el Festival Medusa, en la playa de Cullera (Valencia). El reventón cálido que sorprendió a los asistentes provocó vientos huracanados y supuso la caída de parte del escenario y la entrada, y lo más trágico: la muerte de un joven de 22 años, natural de Daimiel (Ciudad Real), y decenas de heridos. Cuatro de ellos siguen hospitalizados.
Entre los asistentes al festival, que volvía con más fuerza que nunca tras dos años de parón por la pandemia de Covid-19, se encontraban un grupo de seis amigos de Talavera de la Reina, que vieron cómo en cuestión de segundos la diversión se convertiría en caos. El vendaval, con vientos que superaron los 93 km/h, les impedía ver lo que tenían ante sus ojos. Acto seguido, todo comenzó a volar y la gente a salir corriendo.
Alberto Díaz, Mario del Pozo, Óscar Herranz, Alejandro Martínez, Iván Ramos y Alejandro Pavón, todos ellos de 23 años, no olvidarán fácilmente esa madrugada y las horas posteriores.
De repente empezó a aparecer un montón de arena y a llover, y empezaron a caer cosas del escenario. “Todo pasó de forma muy rápida”, comentan los jóvenes talaveranos a La Voz del Tajo. “Tuvimos que salir casi con lo puesto. Una vez que abandonamos el recinto ya no pudimos volver a entrar”.
Afortunadamente ninguno de los seis jóvenes sufrió ningún daño durante el reventón cálido.
EN BUSCA DE UN AUTOBÚS
Tras el susto inicial, los talaveranos intentaron buscar una manera de volver a casa. “Fuimos a la parada de autobús que supuestamente te lleva a Madrid (en Cullera no hay estación de autobuses). Pero estaba todo lleno. Tampoco había ningún billete para desplazarse hasta Gandía o Valencia y desde allí poner rumbo a Madrid”, relatan.
HOTELES Y HOSTALES LLENOS… Y UN SACERDOTE
Sin posibilidad de salir de la ciudad levantina, decidieron buscar alojamiento. “Tampoco ha sido posible”. “Todos los hoteles y hostales de Cullera estaban completos”, comentan. “No teníamos un lugar donde pasar la noche y tampoco un medio de transporte que nos llevase a Talavera”.
Agotados, tras una larga noche, los seis talaveranos decidieron descansar debajo del porche de una iglesia junto a la parada de autobús. “Un sacerdote nos vió y nos dejó estar ahí, además, nos ayudó trayéndonos una bolsa con unas doce botellas de agua fría”.
Y LLEGARON SORAYA Y DELIA
Exhaustos, Alberto, Mario, Óscar, Alejandro, Ivány Alejandro decidieron acercarse a un parque para recuperar fuerzas -tras comer en un restaurante chino- y dormir la siesta. Dos de ellos se dirigieron a un bar cercano “para poder cargar los teléfonos móviles y estar comunicados”.
Fue en ese momento, mientras los jóvenes charlaban sobre lo sucedido, cuando una mujer se les acercó y les ofreció una solución. La solidaridad de una vecina de Cullera, “se llama Soraya. No la olvidaremos nunca”, aseveran.
La mujer les escuchó hablar y no dudó en ofrecerles su garaje para que pasaran la noche y tener un techo donde cobijarse. Y así fue.
Los seis talaveranos explican a La Voz del Tajo que Soraya “nos ha abierto las puertas de su casa. Un gran gesto”. La mujer les dió de cenar y de beber. “Todavía hay gente buena”, remarcan.
Con la luz del día, con fuerzas, y tras haber descansado en el garaje, los talaveranos llegarán en unas horas a Talavera de la Reina. “Finalmente pudimos coger los billetes de autobús para Madrid. Salimos a las once de la mañana. De ahí nos dirigiremos a Talavera”, comentan con ilusión estos jóvenes de 23 años, que nunca pensaron que unos días de diversión en un festival de música podrían volverse en tragedia.
Esta mañana la solidaridad de Cullera se extendía con otra vecina que les ha invitado a "desayunar y ducharse" en su casa. Deli, es la otra mujer que no ha dudado en echar una mano a los jóvenes antes de su camnio de vuelta a acasa.
Los seis se encuentran en perfecto estado, pero nunca olvidarán que en ese recinto, donde minutos antes de que se produjera la tragedia, todo eran risas y bailes, falleció un joven de la misma comunidad autónoma, y que otros cuarenta sufrieron heridas.
Tampoco olvidarán que la gente con buen corazón existe. Su ángel de la guarda tiene nombre de mujer y se llaman Soraya y Delia.