Es muy posible, incluso es más que probable, que nuestros personajes de referencia en este relato puedan afirmar con rotundidad aquello de que “uno es de donde pace y no de donde nace”. De ahí que asumamos —a pie juntillas— el refrán que “alude a esa realidad, el sentimiento de pertenencia a un lugar, lo dan las condiciones de vida, más que el simple nacimiento que no deja de ser algo accidental”.
No obstante, en el mundo actual cualquiera puede ser de muchos sitios. Y tanto es así que me viene a la memoria algo que en cierta ocasión leí del actor Eduardo Blanco: “que uno no es solo de donde nace, aunque lo sea, ni de donde pace, aunque por descontado, sino también de donde tiene a sus muertos. De los tres sitios. Y sin ser exhaustivos. Uno es de muchas partes, vamos, ya les apuntaba al empezar, aunque unas manden más que otras sobre sus recuerdos inventados. Los recuerdos son todos inventados, al final. Nos acordamos de lo que podemos, que es poquísimo, y de ese poquísimo nos acordamos mal. Nos acordamos mal de un mal recuerdo de lo que recordamos que quizá nos pasase, o algo por ahí. Si olvidásemos, además, de pronto, todo lo que recordamos, y recordásemos todo lo que hemos olvidado, seríamos personas diferentes”.
Tras lo expuesto y por mucha obviedad que pueda parecer, en cualquier ciudad grande —y nuestra Talavera de la Reina lo es— hay personas del mundo de la cultura, la educación, la política, las artes o el deporte que son desconocidos —o lo son muy poco— para la opinión pública y publicada de la localidad donde vieron sus primeras luces. Y es que resulta frecuente que en su ciudad de origen hayan dejado escasa huella visible para sus conciudadanos de nacimiento, esencialmente porque han desarrollado su actividad profesional en otras diferentes. Y en muchos casos se trata de personajes importantes —de cuna talaverana— que han pasado desapercibidos para nosotros. Y entre los que se encuentran nombres procedentes —cómo no— de otros entornos más virales en redes sociales —obviamente menos admirados— que importantes en la esencia estandarizada de nuestra sociedad tradicional.
Pero así está establecido este orden global, donde no todo el mundo destaca en las facetas de su vida por sus aptitudes y sus conocimientos. El oportunismo, a veces, hace que alguien desconocido pueda saltar al ruedo de la notoriedad. Y de todo nos vamos a encontrar en esta lista de talaveranos que —tras las oportunas indagaciones— he podido encontrar. Algunos de ellos ya han emprendido el viaje al más allá, pero no por ello les voy a dejar en el anonimato. Y en este primer capítulo, uno de ellos.
Real Madrid de Zamora Quincoces y Ciríaco
UN PRESIDENTE BLANCO
Efectivamente así es, porque Luis Usera y Bugallal (nacido en Talavera de la Reina el 8 de julio de 1890 y fallecido el 7 de agosto de 1958) fue presidente del Real Madrid después de Luis de Urquijo, ostentó el cargo de 1929 a 1935. Hijo de Víctor María Usera y Rodríguez (1850 - ?) y de su mujer Luisa Bugallal y Araújo (1859 - 1948), que se casó por segunda vez con su cuñado Pedro Usera y Rodríguez y era hermana del II conde de Bugallal. Casó con su prima-hermana Matilde Bugallal y Rodríguez-Fajardo, III condesa de Bugallal, sin descendencia.
El octavo presidente del Real Madrid dio cuatro años pletóricos al club. Logró un equipo imbatible en el terreno de juego y con las arcas saneadas. Los numerosos triunfos logrados por los blancos sólo fueron frenados por el inicio de la Guerra Civil.
En 1929 llegó a la presidencia de forma inesperada. El presidente electo, Antonio Bernabéu, tuvo que renunciar al cargo tras ser nombrado presidente de la Federación Española de Fútbol. Luis Usera asumió el cargo y aplicó la máxima “buen equipo es igual a buenas recaudaciones”. Comenzó a forjar un gran Real Madrid con la contratación del mejor portero: el ‘divino’ Ricardo Zamora, que costó 150.000 pesetas (901,51€).
Con las contrataciones de lo mejor del mercado, el Real Madrid de Luis Usera despegó definitivamente. Llegaron Ciriaco y Quincoces, que junto a Zamora formarían el muro más impenetrable del fútbol de entonces. Y como guinda, Pepe Samitier, uno de los mejores jugadores españoles de todas las épocas.
Como consecuencia de los brillantes fichajes, la campaña 1931-32 fue un paseo para los blancos, que ganaron la Liga invictos. El equipo realizó una excelente temporada, proclamándose matemáticamente campeón en el estadio del Barcelona. Un triunfo que se repitió al año siguiente. Esa campaña se cerró con el subcampeonato de Copa y una después, fue subcampeón de Liga y campeón de Copa. Un gran broche al mandato de Usera, que abandonó la presidencia en 1935.
Además abrió el Club a muchas otras disciplinas deportivas, destacando la fundación del equipo de baloncesto el 8 de marzo de 1931, para lo que contó con Ángel Cabrera, ganando ese mismo año la Copa Chapultepec.
PALMARÉS
Bajo su mandato el conjunto merengue ganó 2 Ligas, 1 Copa de España, 2 Campeonatos Regionales y 5 Campeonatos Mancomunados.
Bajo su mandato el Real Madrid ganó dos ligas con Zamora bajo palos