miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Desafortunadamente, existen muchos escándalos políticos, y éste quizás no sea el peor.
Los famosos papeles del ex-tesorero del PP, Luis Bárcenas, son sólo el último y desafortunado suceso de corrupción que salpica a toda la clase gobernante española. Pero hoy todo aquello que pueda elevar aún más la inestabilidad de nuestro país, sin duda es negativo y, por tanto, probablemente haya salido a la luz en uno de los momentos más complicados, dadas las circunstancias que enmarcan nuestro día a día.
Ante tal coyuntura socioeconómica y a pesar del trágico número de familias desahuciadas, la creciente cifra de paro revelada en el mes de enero, la reforma del sistema bancario aún por concluir, la dolorosa remodelación de la administración local, las cuentas autonómicas, las tensiones nacionalistas y, especialmente, los ya diarios escándalos de corrupción que desangran nuestro país; todo parece seguir igual. Quizá la situación no es lo suficientemente grave, aunque si se descubren más casos éticamente poco íntegros, si prosigue el aluvión de acusaciones o si Mariano Rajoy no se apresura a dar una explicación, con algo más que un “todo es falso, salvo algunas cosas”, todo promete ser extremadamente difícil, más incluso de lo que para casi todos ya está siendo.
Durante esta misma semana he podido leer que ya hay quien traza paralelismos con la Italia de Berlusconi. ¿Ésta es de verdad la imagen que infundimos? ¿Eso somos nosotros? ¿Todos? Y la cuestión más importante para quien ahora escribe, ¿es realmente lo que queremos transmitir? A mi juicio, es vergonzoso.
Por ello, señores, lean estas humildes palabras y hagan algo, por favor. Desde aquí, desde la realidad apolítica del ciudadano de a pie, nuestro sentir lamenta cómo los diferentes casos de corrupción se dilatan frecuentemente, cayendo en el olvido. Queda ya patente la lamentable pasividad y falta de voluntad política que, ante la corruptela, escurre el bulto. Y lo que es aún peor, sufrimos la profunda desidia que inevitablemente genera el aburrido cruce de acusaciones entre ambos bandos, más propio del papel couché. Como consecuencia, los españoles hemos perdido la confianza en la clase política; y ustedes, todos: PP, PSOE, etc., han de ser el espejo en el que se mire nuestra sociedad y, por ende, deben asumir esa responsabilidad.