Eladio Martínez Montoya, ELMART, fue el encargado de elaborar la crónica de este acontecimiento que en su día colapsó la sociedad deportiva talaverana.
El lunes día 3 de octubre de 1977, con el salón del Instituto abarrotado de público, se celebró la junta general convocada para dar a conocer la dimisión irrevocable del presidente del Talavera C.F., don Doroteo Lar Frontelo y con él, de toda la junta directiva. Asistía a la junta, en representación de la Federación Castellana de Fútbol, el miembro de la Delegación Provincial de dicha Federación señor Sánchez.
Abrieron la sesión unas palabras del dimitido presidente señor Lor Frontelo, palabras llenas de amargura en las que expuso su queja y la razón de su dimisión, ya que el premio que recogían sus muchos años de desvelos y servicios al club eran los torpes, groseros e injustificables insultos recibidos, porque el Talavera había perdido ante un equipo muy superior como el Albacete, que tiene un presupuesto que triplica el nuestro. Insultos no sólo a él, sino también a su esposa, cosa que no podía tolerar y por cuyo motivo no podía continuar en el cargo.
Seguidamente el federativo señor Sánchez explicó que el procedimiento a seguir para solucionar esta lamentable situación es el siguiente: de la dirección del club se hará cargo el vicepresidente y durante el plazo de 8 días se podrán presentar candidaturas para presidente. Si no hay ninguna, deberá nombrarse pasados esos 8 días una junta gestora de socios elegidos entre los que convengan y de ella elegir si es posible el presidente.
Hacen preguntas algunos asistentes, posiblemente algunos de ellos ni socios y, por lo tanto, sin derecho a intervenir y se dan cuenta· de los ingresos y gastos habidos hasta este momento y sobre el tema económico hay un dato significativo. El presupuesto previsto por cobro de carnets de socios, es de más de seis millones de pesetas. Lo recaudado por carnets de socios, no llega a tres millones.
Hay una gran tristeza en el señor Lor Frontelo cuando después de leerse estas y otras cifras y ser instado con aplausos a seguir, se justifica, ofrece su incondicional ayuda desde fuera a quien se haga cargo, pero se niega rotundamente a seguir en la dirección del club.
Ante esta actitud firme y el hecho de que no surge ningún candidato, pese a que el público aplaude y anima durante largo rato a otro buen aficionado, el delegado federativo levanta la sesión, diciendo que espera y desea que en estos 8 días en que pueden presentarse candidaturas, se pueda resolver el grave problema.
A la salida de la junta, los comentarios son de desánimo. Todos lamentan lo ocurrido. Todos lamentan que un incidente que debió́ terminar en el Juzgado denunciando y haciendo pagar su torpe incivilidad a quienes tan gravemente ofendieron a unas personas dignas del mayor respeto, e incluso gratitud por parte de los aficionados al fútbol que saben lo mucho que a Teo Lor Frontelo le debe el Talavera, haya derivado en esta crisis que pone en peligro la propia existencia del club. No pueden tener disculpa alguna los promotores y autores del escándalo que ha dado lugar a esta situación. Sin embargo, sí queremos hacer algunas consideraciones, ya que, cumpliendo con nuestro deber de informadores, hemos hablado con muchos aficionados y recogido muchas impresiones.
Nadie disculpa a quienes insultaron y amenazaron sin motivo alguno. Nadie se solidariza con ellos ni quiere compartir la vergüenza que deben sentir. Pero sin embargo sí señalan algunos errores de la directiva que han producido irritación y descontento en muchos socios: El haber aumentado la cuota cuando prácticamente se ha bajado de categoría porque esta tercera división es mucho más floja que la anterior. El obligar a pagar todo el año de una vez, cosa que· para el socio modesto que es la mayoría, resulta un sacrificio que muchos no han podido hacer. El tener que ir a recoger y pagar el carnet al club, cuando siempre se ha cobrado a domicilio, y el despedir a la mitad de la plantilla de profesionales, dejando un conjunto corto y debilitado, han sido algunas de las causas principales que muchos aducen para no haber retirado su carnet.
Esta es una realidad que en este grave momento no debe silenciarse. Y yo apelaría a la sensatez y al amor que tienen bien demostrado al club Teo Lor Frontelo y su equipo directivo, para que reconsideren su actitud. El club puede desaparecer. Si no hay persona que se haga cargo —y debemos pensar que lo que a principio de temporada hubiera sido fácil ahora será mucho más difícil— el Talavera se hundirá. Nos quedaremos sin fútbol.
Mediten el presidente y sus directivos en la enorme responsabilidad que contraerían ante toda la ciudad, que no echaría la culpa a la acción de un irresponsable, o unos irresponsables provocadores, para pueda resolver el grave problema, los cuales repetimos que la acción de los tribunales hubiera bastado, sino a quien abandona el mando de una nave que otros muchos, que sí confiamos en ellos, pusimos en sus manos, dándoles, además de nuestra confianza, cuanto nos pidieron.
Que no defrauden esa confianza nuestra les pedimos nosotros ahora. Que pongan por encima de su dignidad ofendida su amor a Talavera y a todo lo talaverano. Y que sepan que equivocados o no, ahora, en este momento peligroso, es cuando más aprecian realmente todos su sacrificio y cuando seguramente recibirían todas las colaboraciones que pidieran y fueran necesarias. ¿No les dice nada la asistencia masiva a la junta general? Pues no les quepa duda que ninguno de los que allí estaban quiere que desaparezca el club. Ni la junta tampoco, por supuesto. Encontremos, pues, una solución entre todos.
No es tan difícil.
Muchos años después don Eladio sería homenajeado por el Talavera CF. Federico y el ya fallecido Isidoro Sánchez Colado, que era presidente del club, escoltan a un grande entre los grandes: ELMART.
EL TALAVERA BUSCA PRESIDENTE, POR TOÑO
Así reflejaba Toño su particularísima visión de lo acontecido en la asamblea.
No pasó nada, lo saben hasta los moros. La sesión para elegir presidente para el Talavera C.F. se presentaba interesante y animada. A la puerta del Instituto Padre Juan de Mariana 600 personas esperaban una lección de fútbol. Cien metros más allá, el Campo del Prado observaba taciturno. Nada, ni una mirada compasiva para el sufrido patatal. La afición, colgadas las botas, se refugiaba en el Instituto.
Se llenaron tres cuartos de sala y hubo que pedir la salida del presidente y junta directiva con palmas. Se corrió́ el telón, se ladearon las cortinas y no fue preciso hacer sonar la campanilla para que los 600 aficionados tomaran asiento. La expectación llenó la sala y aleteó por el escenario y hasta por el gallinero.
Todos esperaban que se dieran unos golpecitos en el micrófono y que el presidente dimisionario luciera una carpeta bajo el brazo llena de cuartillas. Eso hacen los diputados en las Cortes porque son malos oradores , ¿podría desmerecer un presidente dimisionario del Talavera? Cuando la concurrencia vio que no había micrófono y que faltaban las cuartillas cundió el desánimo. Alguno, aprovechando que atrás no se oía, hasta aprovechó para arreglarse las uñas. El forofo de turno, naturalmente, le preguntó si tenía carnet.
Y empezó el discurso sin cuartillas del presidente dimisionario rodeado dé los miembros de la directiva a derecha y a izquierda. Fue un parlamento sencillo, casero. No se habló del Talavera y sus problemas. El señor Lor Frontelo habló a los socios de su esposa, y de los denuestos, insultos y desprecio al sexo que se dieron, sin premeditación, pago, ni alevosía, según parece al final del encuentro Talavera—Albacete, tristemente perdido por tres goles de diferencia.
LOS SOCIOS
De auténticos, o sea de los de carnet y dinero desembolsado este año parece que no hay más de quinientos. Algunos se les unirían la noche de la crisis que comentamos, pues uno, a ojo, calculó seiscientos asistentes.
Acogieron el discurso del presidente con palmas de educación y murmullos de desconcierto. La verdad, tampoco parecían tener una alternativa estudiada. Los más avispados pidieron cuentas al club. En el aburrimiento general, las cifras por lavado de camisetas, agua mineral y ambigús fueron los únicos elementos que salvaron a la tarde del tedio. Alguien —creemos que sin el consentimiento de su señora— se ofreció a lavar las camisetas del club gratis. Se llevó un aplauso cerrado. Lástima que no hubiera señoras. Habría despertado la admiración de todas las santas esposas de los socios que no tienen lavadora.
El tesorero del club, sentado, digno, distante, económicamente señorial, en tono profesora! y sin entrar en discusión con la masa, habló de la recaudación y gastos hasta ahora. Después hizo un balance de entradas y salidas en lo que queda de temporada. Naturalmente previsiones. Y se calló para que se oyera el run—run de la sala.
El run—run decía: "señores, esto son habas contadas; aquí́ o se echa dinero en el agujero o el barco va a pique". Y un grito repetido: "¿Dónde están los industriales? ".
Reformistas y rupturistas
"Creo que entre todos —decía un aficionado— tenemos que tratar de salvar la situación, ponernos a trabajar para hacer socios, dividir las cuotas en varias fases, y estudiar las salidas más convenientes". Era un discurso sensato, propio de las personas que tienen miedo al vacío. "No podemos dejar el poder en la calle", afirmaba otro. Y a estas verdades como puños, antologías de lo obvio, el señor delegado de deportes respondía conciliador y paternal con la ley en la mano y la mano en el bolsillo. Sentado también —fue la sesión de las sentadas— por fractura de pierna y escayola fresca, hizo la afirmación de la tarde: "No podemos dejar —dijo— a un club de tanta solera como el Talavera en la estacada".
Las paternales palabras encendieron el ánimo de la afición que abandonando las tendencias reformistas se pronunció por la ruptura. Al nombre de Lozano, la sala se levantó en pie y aplaudió con fuerza. Todo inútil, el señor Lozano aguantó bien la embestida, saludó, dio las gracias y salió por la puerta grande en espera de una ocasión mejor.
En resumen. La afición se ha tomado una semana para reflexionar. Me figuro que este desaguisado no se arregla. sin escribir antes un amplio informe que debería tener réplicas y contra réplicas, interpelaciones y votos de censura. Porque, señores, la crisis de una directiva no puede resolverse en un drama familiar. O sí. El aficionado tiene la palabra.
Sin que el presidente tocara la campanilla dando por finalizada la sesión los asistentes abandonaron la sala. Tienen una semana entera para hacer política de pasillo. Esperemos que el próximo pleno sea más combativo.