En la Roma clásica dos formas de interpretar el poder fueron la “auctoritas” y la “potestas”. La “potestas” era el poder político que imponía sus decisiones mediante la coacción y la fuerza y que devenía del cargo ostentado. Por el contrario, la “”auctoritas”, era más un poder moral que se basaba en el reconocimiento y prestigio de una persona; es decir, a priori no era un poder vinculante, pero sí socialmente reconocido e influyente. En el equilibrio entre “auctoritas” y “potestas” se sustentaba el Estado Romano.
Este equilibrio es el elemento que ha faltado en el Partido Popular, desequilibrio que ha desembocado en la actual gravísima crisis que están sufriendo los de Génova 13. El tandem Casado/Egea tomó el mando venciendo en el Congreso de su partido con el único activo de su novedad y con un mensaje de renovación, que el tiempo ha descubierto que era sólo un mantra vacío y hueco. ¿Realmente los asistentes a ese congreso vieron en Casado la persona idónea para dirigir el proyecto popular y no ha sido hasta ahora cuando descubriendo su vacuidad se les ha caído la venda de los ojos?.
La ausencia total de “auctoritas” de la dirección popular les llevó, usando con mano de hierro su “potestas”, a ir conformando una estructura territorial que fuese mansa con su clara falta de capacidad, minusvalía política de la que eran conscientes y que, llenándolos de miedos y celos respecto a todo el que ellos considerasen un rival para su mando, provocó la decapitación de militantes mucho más valiosos que ellos (véase el affaire con Cayetana Álvarez de Toledo).
Este camino hacia el poder absoluto se frenó cuando se encontraron con alguien, que sin temores ni genuflexiones, se opuso a ese proyecto tiránico. Ese alguien ha sido Isabel Díaz Ayuso, enemiga para una miedosa mediocridad, no capaz de soportar ese hecho, y que llevó presuntamente al lanza huesos y al estudiante modelo a las reprobables y felonas actuaciones que han desembocado en los hechos que estos días pueblan las noticias.
Pillados in fraganti no supieron ya que decir, Teodoro se fue y Pablo está a punto de acompañarle. ¿Pero qué ocurre con todos esos, presidentes regionales y provinciales, diputados y senadores, etc. que están dónde están gracias a los ahora defenestrados, a los que prometieron lealtad infinita, algunos no hace mucho, a cambio de ser aupados a sus esferas de poder? Esos ahora miran ahora hacia otro lado, y cuales San Pedros, niegan haber conocido incluso a los difuntos. Esa tropa de oportunistas y medradores debería tomar ejemplo e ir convocando en sus ámbitos Congresos extraordinarios que pudiesen limpiar su pecado original.
Cuando se trabaja más por ganar en tu partido que por ganar el gobierno ocurren estas cosas. Cuando la “Potestas” prevalece sobre la “Auctoritas” se acaba saliendo por la puerta de atrás, a escondidas y escondiéndose de los silbidos y abucheos del pueblo llano y soberano. Pero repito, no deberían irse ellos solos, sino también los que están dónde están con las mismas carencias y que por agradar al caudillín saliente hasta la estética quisieron imitarle.