Tal día como hoy de hace 48 años se firmaba en París la Convención sobre la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. Un documento clave para la conservación a nivel planetario del inmenso legado que hemos recibido. Desde entonces, 193 países han ratificado la Convención, entre ellos España, lo que ha abierto la posibilidad de generar uno de los instrumentos más ambiciosos jamás creado por el ser humano en su lucha para preservar nuestro patrimonio: La Lista de Patrimonio Mundial.
La Lista de Patrimonio Mundial recoge en estos momentos un total de 1.121 sitios considerados herederos de un “valor universal excepcional”, cuya conservación resulta prioritaria no solo para los países o las regiones que los albergan sino para el conjunto de la Humanidad.
Castilla-La Mancha tiene el honor de contar con dos expedientes de declaración de Patrimonio Mundial material que afectan a la “Ciudad histórica de Toledo” y a la “Ciudad histórica fortificada de Cuenca”. También forma parte de dos expedientes transnacionales. El primero de ellos bajo el titulo “El Arte rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica”, que protege un importante número de abrigos con pinturas rupestres, algunos de ellos localizados en las actuales provincias de Albacete, Cuenca y Guadalajara. El segundo bajo el título “El Patrimonio del mercurio (Almadén e Idria)” reconoce la importancia histórica de las minas de Almadén, catalogadas como las minas de mercurio más grandes del mundo.
A todo ello habría que sumar la reciente declaración de la cerámica de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo como parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, conjuntamente con la cerámica mexicana de Talavera de Puebla y Tlaxcala.
En conjunto, estas declaraciones no hacen sino reconocer el incalculable valor del patrimonio cultural que custodia y atesora Castilla-La Mancha y que, lógicamente, va mucho más allá de estos expedientes. Innumerables castillos, fortalezas, campos de batalla, palacios, ayuntamientos, iglesias, ermitas, monasterios, conventos, fábricas, pósitos, minas, acueductos, posadas, ventas, hospitales, teatros, canteras, molinos, arquitectura popular, yacimientos arqueológicos, grabados rupestres, paisajes culturales, conjuntos históricos, tradiciones, y un sinfín de elementos tanto materiales como inmateriales que configuran un activo económico, cultural, social y educativo inconmensurable.
Por este motivo, el Gobierno de Castilla-La Mancha continúa trabajando no solo para conservar y difundir este patrimonio, sino también para que su extraordinario valor pueda ser reconocido por la UNESCO. En este sentido, seguimos avanzando para la implementar la Lista de Patrimonio de la Humanidad con el excepcional patrimonio cultural castellanomanchego, como la singular localidad de Sigüenza o la arraigada práctica de la trashumancia, que se inserta en una candidatura trasnacional y pone de relieve no solo su importancia para la preservación del patrimonio asociado, sino también para la consolidar el sentimiento de pertenencia y de identidad que nos une y que nos construye como región.
Unos esfuerzos que estamos convencidos, antes o después, darán sus frutos y contribuirán no sólo a la conservación y puesta en relieve de nuestro pasado, sino también a la consolidación del presente para que pueda ser garante un futuro en el que nuestro patrimonio cultural pueda seguir recordando nuestra historia, nuestras raíces y nuestra identidad. Una identidad única y que ha sido construida a lo largo de la historia a través de un rico mosaico de manifestaciones culturales y tradiciones que debemos conservar.