Menos cobertura

El tema que hoy me trae a dirigirme a ustedes es nada más y nada menos que la atención hospitalaria y el funcionamiento actual en una de las señas de nuestro querido Estado del Bienestar, aunque poco a poco hay menos gente que sienta vivir en esas condiciones. Ya he puesto de manifiesto en varias ocasiones que no estoy en contra de algunos ajustes, pero todas las cosas en su justa medida siempre sientan mejor. Creo que la Educación y la Sanidad, así como las pensiones y otros servicios sociales, deberían ser las últimas áreas en ser abortadas, en lo que a su prosperidad se refiere, y es que quien ha visto a ese centro hospitalario, que a punto estuvo de merecerse la calidad de Hospital General, y quien le ve, venido a menos como para que nos entren duda de su capacidad para dar cobertura a más de doscientos mil habitantes. La verdad es que las cosas no pintan bien desde hace tiempo, y lo peor es que los atisbos están todavía muy lejos del optimismo. Con el de esta semana, que pueden ustedes ver publicada en las páginas de actualidad, son muchas las historias que dan fe de que la calidad asistencial ha pasado de notable o sobresaliente a aprobado raspado e incluso suspenso, dependiendo de cual sea la circunstancia que nos lleve a visitar el Nuestra Señora del Prado. Cada vez más alas de las plantas sin usar, menos personal sanitario –como enfermeras, auxiliares, celadores o administrativos-, esperas interminables en el área de urgencias y así, hasta saber que muchos usuarios tienen que rascarse el bolsillo para comer algo en su nada agradable estancia. Seguro que muchos opinarán que me creo los testimonios que me hacen llegar, pero hace unos meses ya fui testigo, en primerísima persona, del gran paso atrás ya había experimentado el Hospital. Todos tenemos que remar en la misma dirección, pero para poder remar necesitamos salud, por que ya se sabe…sin salud, no hay paraíso.