Manuel del Rosal
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Abrahan Lincoln decía que “todos los hombres nacen iguales, pero que es la última vez que lo son”. Sabía que hay gobiernos que quieren uniformarnos.
Aldous Huxley publicó en 1932 su novela “Un mundo feliz”. George Orwell publicó en 1949 su novela “1984”. Ray Bradbury publicó en 1953 “Fahrentheit 451” Todas ellas hablan de un mundo gobernado por un Gran Hermano que todo lo vigila y todo lo ordena para “el bien de los ciudadanos” sin oposición de la sociedad; una sociedad alienada, manipulada, sin criterio y que rinde culto a ese Gran Hermano al que cree deberle todo. Una sociedad manejada, dicho en términos coloquiales, “a punta de tralla”. En “Un mundo feliz” la comunidad mundial está sometida al Estado único. Es feliz, el soma, droga con la que el Estado controla las emociones de todos los miembros, se encarga de que así sea. La familia, la religión, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura y la filosofía han sido eliminadas. En “1984” se introduce por vez primera el concepto de Gran Hermano. Toda la comunidad está sometida al Estado. El término “orwelliano” se ha convertido en sinónimo de las sociedades donde están instaladas actitudes totalitarias y represoras. Los ciudadanos son felices porque el Estado lo dice. En “Fahrentheit 451” el estado ha prohibido los libros. Los quema, de ahí el titulo – 451 son los grados F (233º C) a los que se inflama y arde el papel de los libros -. El estado quiere que todos los ciudadanos sean felices y para ello ha prohibido la lectura de cualquier libro, aduce para ello que la lectura lleva a la cultura y que ésta hace a los hombres diferentes cuando ser iguales es el objetivo del Estado. Lo cierto es que se está buscando la sumisión de los ciudadanos. Muchos analistas, intelectuales y científicos llevan años detectando paralelismos entre la sociedad actual y las descritas en estos tres libros.
Conocen tu perfil personal, profesional y familiar. Tus gustos, tus aficiones, tus vicios, tu forma de vestir, donde vives, la marca de tu coche, como gastas tu dinero, si tienes hipoteca, a tu pareja, si te has divorciado y cuantas veces, conocen a tus hijos, donde veraneas, donde viajas, en que trabajas; en resumen te conocen al dedillo y, como te conocen, pueden manipularte a su antojo. Lo más gracioso de esto es que quienes quieren ésta sociedad virtual unificada, uniformada, sin personalidad, fácil de conducir han llegado a conocerte sin forzarte lo más mínimo. Tu, de forma voluntaria y libre has aportado todos tus datos. Estamos hablando de las llamadas redes sociales. Actualmente se calcula que pueden ser unos 350 millones de ciudadanos los que están registrados en esas redes, ciudadanos que han abierto las puertas de sus casas y las de su cerebro a quienes van a penetrar en sus vidas para manejarles y conducirles según sus intereses. Sería prolijo detallar aquí la verdad que ocultan las redes sociales. Para quien esté interesado en conocerla y sea amante de la libertad individual y enemigo de la manipulación que entre en youtube y pida “la cara oculta de facebook” También que busque en Google “Proyecto Echelon”.
Un Gran Hermano nos vigila y quiere hacer de la sociedad una manada de borregos que, al igual que los perros de Pavlov, responda tan sólo a los estímulos provocados por ese Gran Hermano.