Ruido de maletas en Fátima
sábado 07 de marzo de 2020, 11:02h
Caía la tarde, y con los últimos rayos de sol brillando, pero con ánimo de apagarse, llegaban, como los ejércitos del César entrando triunfantes en Roma, los JRC (jóvenes por el Reino de Cristo) así lo hacían ellos también triunfantes pero cansados.
Es una imagen que se me antoja sobrecogedora, impactante y por qué no, muy emocionante, ya lo he relatado en alguna ocasión, es la llegado de cientos de chicos jóvenes al camino penitencial del Santuario Nuestra Señora de Fátima.
Casi mil jóvenes llegan, después de varios kilómetros caminando, a su destino: La Virgen de Fátima. A cuestas con sus estandartes, su cansancio, sus miserias y sus ilusiones y sobre todo sus grandes, grandísimas ganas de ver a su Madre, la Virgen.
Para agradecerle un año más estar allí, unos; y para comprobar qué hay de bueno en ir por primera vez, otros.
Para conocer gente joven de cualquier punto de España, o para rezar por algo importante, o no tanto, pero para rezar al fin y al cabo. Por sus padres, abuelos o por qué no, por este país nuestra España que tanto lo necesita.
Jóvenes por el Reino de Cristo, eso tan desfasado, tan arcaico, tan….de moda, porque mil jóvenes no se reúnen para cualquier cosa. Sin ruidos, sin estridencias, sin borracheras, sin complejos. Jóvenes que aman la vida en plenitud, que quieren sentirse vivos rezando, libres sin ataduras a un mundo cada vez más cruel y despersonalizado, materialista y sin respeto por el que es distinto, por el que no sigue los cánones estipulados por el “borreguismo” de botellón y sexo sin complejos.
Jóvenes que durante cuatro días conviven en un ambiente religioso, con más jóvenes y menos jóvenes, familias con niños, abuelos todos en armonía con un fin único, visitar a la Virgen de Fátima en peregrinación, rezar apartarse por un rato del mundanal ruido y soltar la cartera y el móvil y todo lo que no se necesita, que es todo…
Jóvenes que de rodillas, piden a la Virgen por algo, o por alguien, o por todos, o simplemente por ellos mismos o por quien lo necesite, que somos todos.
¿Puede haber algo más digno de admiración que esa imagen?
¡Qué dignidad tan grande tiene alguien que se humilla, que se arrodilla!
Porque ya lo dijo el Señor, el que se humilla será enaltecido…Verdaderamente son GRANDES estos chicos.
Y ahora que se acerca el día internacional de la Mujer, quiero romper una lanza en favor de todas esas chicas que peregrinaron a Fátima. Chicas jóvenes de quince para arriba, con un fin: venerar a la Virgen.
Sin ofender a nadie, sin insultar a nadie, sin provocar a nadie, todas en armonía cantando o con el rosario en la mano, con la mochila a cuestas o una simple vela, para pedirle a la Virgen en su ruego y plegaria por la salud de algún ser querido o simplemente para aprobar sus exámenes o por una amiga que lo está pasando mal, sabe Dios porqué, pero todos los que allí vamos le pedimos a la Virgen y mucho, porque en eso consiste la Fe, en pedir. “Pedid y se os dará dijo el Señor”.
Pero oigo ruido de maletas, ese ruido a veces tan desagradable, tan molesto, hoy me suena a música celestial, aunque triste, se acaba la peregrinación y los jóvenes van con sus maletas hacia la explanada en donde se encuentra la “capelinha” allí se despedirán de la Virgen hasta el próximo año ¡si vuelven! Ese ruido, cientos de maletas rodando, me hace pensar que todos estos jóvenes volverán a sus estudios, o trabajos ¡qué sé yo! Cada uno donde corresponda. A su casa, con su familia o compañeros de piso. Volverán a su rutina diaria, pero volverán con las pilas cargadas, con la Fe renovada, con la mente limpia y con la esperanza de que todo aquello por lo que han rezado, puede cumplirse y eso es muy bueno.
La esperanza ayuda a ver las cosas de otro color, quizá verde no lo sé…