Después de que la talaverana Pilar Domínguez Navarro sufriera una meningitis, ella y su marido, el villacañero Vicente Mendoza amador, decidieron abrir un pequeño negocio de 'frutos secos', de 10 metros cuadrados en la avenida Pío XII. Era el año 1972, trabajaban 14 horas diarias, 365 días al año.
En el año 1995 se trasladaron a la calle santos Mártires y abrieron un local más grande -también con alimentación- donde, con mucho trabajo y esfuerzo, consiguieron sacar adelante a su familia.
La receta de su éxito: tratar al cliente como una prioridad y dedicar muchas horas al negocio.
El último día de este año se jubilarán, pero el establecimiento seguirá llamándose 'Frutos secos Domínguez', por petición de los nuevos propietarios. ¡Felicidades!
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