No hay mucho que contar, aunque las conductas de algunos sigan teniéndose que poner en cuarentena, sobre todo por las “rajadas” que en ocasiones se pegan, y se van a pegar de aquí al día 8 de noviembre, alegremente. Pensaba entrar en ello, pero la verdad es que debo ser fiel a mí mismo y como prometía no hace mucho decido silenciar las estupideces (el calificativo más suave que he encontrado mientras sus autores obvien nombres y datos) que escucho en su boca. Sea como fuere, un amigo me decía el otro día, hablando de la vida, que él seguía ejerciendo de “cacique” porque era lo que había aprendido de su abuelo. Y no le faltaban razones, sobre todo cuando argumentó su propio sentimiento político.
“Mira Ignacio, me decía, a los políticos profesionales (los que tienen sueldo del arte de engañar –enfatizaba–) lo único que les interesa es que el pueblo siga dividido y pendiente de los sentimientos que nos acercan a una tendencia o a otra. Para nada desean que estemos unidos, nos movilicemos para exigirles a cada momento que gobiernen con honradez, que sean trabajadores, comprometidos con el servicio público, sensatos en las decisiones y todo lo demás que convierte a un gobernante en bueno y digno. Entonces, mi abuelo, listo como pocos me decía: tú, hijo, amigo de todos, de los derechas y de los de izquierdas y verás como cuando necesite algún favor siempre encontrará a alguno que te lo haga. Obviamente yo deduje que lo que quería mi abuelo es que fuera cacique. Y le hice caso”. (Sic).
Visto así, no hay duda de que al amigo le asiste la razón, porque ¿qué sería de ellos si por una vez estuviéramos unidos (ya emerge en mí la dichosa utopía) y nos negáramos a tantas y tantas cosas que hacen en contra de la voluntad popular? Mediten, mediten… para que al menos les sirva de reflexión a ellos.
Y como el espacio no da para mucho más y por mi barrio (ya saben, Diego Pérez) ha sido una semana tranquila, pese a que ha habido liga y el Madrid goleaba a un pobre Leganés, tomando un chato para elevar un poco mi ánimo tras las tablas de mi Atleti en Álava, me salió el siguiente “ovillejo”. A colación, porque mañana día de todos los santos se abre la veda para los mítines electorialistas de cara al domingo 10 de noviembre. Pues lean...
¿Quién se cree que somos bobos?
Riolobos.
¿Y quién da palmas al jolgorio?
Gregorio.
¿Y a quién van susdiscursos vanos?
A los paganos.
Así está esta Talavera
de políticos medianos,
de caca de perro en acera,
de discurso necio y vano,
de insulto por petenera
y abandono al artesano.
Que se callen esas voces,
les piden los ciudadanos,
que para suelta de coces
sirven mejor los asnos,
aunque de rucio sea a veces
sus discursos chabacanos.
Que se cierren esas bocas
y nos traigan más trabajo,
que son las empresas pocas,
las que hay en este Tajo.
Hoy les digo sin reparo
háganle caso a este ciego
y sea su “afanar” bien claro,
que debe ser su “alter-ego”
poder enterrar el paro.
¡Háganme caso, carajo!