La tibieza meteorológica con que nos recibía Parrillas este sábado, nublado y amenazante de lluvia, no ha impedido que la localidad vistiera sus mejores galas en un día que antaño fue festivo (El Cristo del Olvido) con motivo de las bodas de oro de un hijo nativo, Jesús García París, en su ordenación sacerdotal.
La parroquia de Nuestra Señora de la Luz abarrotada, el coro luciendo sus mejores voces y galas y un maestro de ceremonias inigualable, José María Gómez, daban esplendor a la mañana con un testigo mudo incomparable: el retablo de El Salvador. Presidiendo en el altar, los amigos de infancia y estudios de Jesús en el pueblo y en el seminario, y como con-celebrante, el cura Miguel, nativo de la vecina Navalcán. Con la familia al completo, los mayores y con capacidades diferentes en primera fila, las autoridades locales en zonas delanteras y un buen número de sus parroquianos, llegados de Añover de Tajo y Cádiz capital, que nos regalaron un particularísimo cántico a la Virgen, poblando asientos, y visitantes ilustres como la alcaldesa de Talavera, Tita García, y el diputado y alcalde de Navalcán, Jaime David Corregidor, daba comienzo la Eucaristía, que resultó emotiva y entrañable. Tango su sermón, repleto de agradecimientos y nostalgias, como el ofertorio que estuvo salpicado por los versos de José María, el sentimiento de cariño hacia el homenajeado revoloteó por las bóvedas de la parroquia parrillana. Un festín religioso que tendría después prolongación, primero con la procesión del Cristo, luego con la placa municipal regalada en el paraninfo de la iglesia que lleva un acróstico con la firma de nuestro insigne poeta y finalmente con la celebración festiva en el Meson El Pozón, ya saben, el de Hilario y sus jotas, suculento con el que Jesús quiso agasajar a sus acompañantes.
No había modo de que de allí se fuera nadie... Lo dicho, un gran día para Parrillas, los que allí nos dimos cita y, por supuesto, para un gran amigo como Jesús García París. Cincuenta años de magisterio sacerdotal intachable, del que fui testigo presencial en primera fila en 1969 y hoy en su aniversario. Un fastidio, sin duda, para quienes se han tenido que conformar observándolo, supongo yo, y como bien dijo él en su homilía desde el cielo al lado del Jesús, al que nuestro protagonista sigue admirando y agradeciendo tan importante decisión, con especial relevancia a quien le llevó al seminario: Luis García Donas. Larga vida, AMIGO, desde esta Voz del Tajo que siempre tendrás a tu disposición.
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