Durante la última noche, tres brillantes bolas de fuego han sobrevolado los cielos de la Península. La primera de ellas apareció a las 23:51 horas del 4 de noviembre. Casi tres horas después, a las 2:33 de la madrugada, se registraba otro fenómeno similar. La tercera y última surcó el cielo unas dos horas más tarde, a las 4:41. Todos estos fenómenos fueron grabados por los detectores que la Universidad de Huelva opera en el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo) y en los observatorios astronómicos de Calar Alto (Almería), La Sagra (Granada), Sierra Nevada (Granada) y Sevilla.
Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto SMART, que tiene como objetivo monitorizar continuamente el cielo con el fin de registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.Estos eventos han sido analizado por el investigador responsable del Proyecto SMART, el Profesor José María Madiedo de la Universidad de Huelva.
Este análisis ha permitido determinar que las bolas de fuego se produjeron como consecuencia de la brusca entada en la atmósfera terrestre de tres rocas procedentes de tres cometas distintos y que, por tanto, los fenómenos guardaban relación entre sí. Según este investigador, la bola de fuego observada a las 23:51 de la noche se originó cuando la primera de estas rocas entró en la atmósfera a unos 151 mil kilómetros por hora sobre el sur de la provincia de Valladolid. Se inició a unos 106 kilómetros de altitud y avanzó en dirección noroeste, extinguiéndose cuando se encontraba a unos 76 kilómetros de altura casi sobre la vertical de la localidad vallisoletana de Castronuño.
La segunda de las rocas entró en la atmósfera a mucha más velocidad (casi 200 mil kilómetros por hora) sobre el noreste de la provincia de Granada. Se originó así una bola de fuego a unos 111 kilómetros de altitud que avanzó en dirección noroeste, finalizando a unos 62 kilómetros de altitud sobre la provincia de Jaén. Y, por último, el tercer impacto tuvo lugar también sobre Andalucía a unos 158 mil kilometros por hora, concretamente sobre el noreste de la provincia de Jaén. Esta bola de fuego se inició a una altitud de unos 113 kilómetros y avanzó en dirección noreste para finalizar a una altura de unos 77 kilómetros sobre el sur de la provincia de Albacete.
En todos los casos las rocas se destruyeron completamente a gran altitud sin impactar contra el suelo.