Expertos en seguridad han revelado que en los últimos meses ha crecido la preocupación de los clientes de los centros comerciales de ser violados en su intimidad por cámaras mientras se están cambiando de ropa en los probadores de las tiendas.
Este fenómeno viene produciéndose desde hace tiempo en países como Japón y Corea del Sur, donde se ha convertido en asuntos de estado, y ahora parece haber llegado a España con intensidad.
Los últimos sucesos de ‘voyeurs’ en probadores, como el de la detención de un joven en Leganés (Madrid) el pasado julio con 108 videos de mujeres probándose ropa en un establecimiento, y las sentencias por casos similares en los juzgados en A Coruña, Málaga y Murcia han puesto en alerta por redes sociales sobre la protección de los clientes ante este delito. De hecho, se aprecia un aumento significativo en la venta de dispositivos que detectan cámaras ocultas, según los analistas de Espiamos.
Las sentencias recientes están condenando a los causantes de estas filmaciones a seis meses de cárcel por delito contra la intimidad de las personas e indemnizaciones en torno a los 600 euros por el daño moral; aunque los fiscales están recrudeciendo sus calificaciones hasta más de dos años de cárcel y multas por encima de 5.000 euros, que en todo caso se ven aumentadas si las víctimas filmadas son menores de edad.
Hasta la fecha, según los analistas de Espiamos, la seguridad en los probadores de las tiendas de ropa se ha basado esencialmente en evitar el hurto de las prendas mediante tecnología de detección de desacopladores que protegen la integridad de las etiquetas y en realizar revisiones periódicas visuales de las instalaciones.
En el mercado español se pueden adquirir hasta 17 detectores básicos de cámaras ocultas capaces de localizar inmediatamente cualquier tipo de cámara, inalámbrica o no, a través de su visor infrarrojos con precios a partir de los 105 euros. Espiamos desvela que el dispositivo que más se está vendiendo es el detector de frecuencias RD30 de LawMate por 149 euros, que sólo pesa 74 gramos, funciona con pilas convencionales y cabe en cualquier bolsillo. Existen también otras tecnologías más sofisticadas dirigidas a profesionales de la vigilancia encubierta.