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Luis González

La corrupción política

La corrupción política

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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No es que sea un tema muy original, pero sí es verdad que ha llegado a ser tan habitual, que raro es el día en que no aparece en la portada de una gran mayoría de los medios de comunicación, y eso cada vez me indigna más.
Es una mancha de grasa, tan extendida en nuestra vida política, que no nos la vamos a poder quitar de encima, así de cualquier manera. ¿Será posible que algún día podamos contar con que no existe esta lacra? ¿Tan difícil debe resultar el descubrir un detergente para que no se extienda más? ¿Llegará alguna vez ese día feliz en que se le pueda realizar la prueba del algodón?... ¡Con lo fácil que parece, después que se sabe, y lo difícil que aparenta el no haberlo hecho a tiempo! Porque es cierto que se hablan de tantos signos externos que parece muy complicado el no haberlo descubierto a su debido tiempo, o sea, cuando se estaba cometiendo el delito... Si resulta cierto, por ejemplo, lo que ahora cuenta el chófer del “Consejero Andaluz”: “que entre copa y copa que se tomaban en un bar, se hacia cola para hablar con él para pedirle subvenciones que después se repartían allí mismo, que consumían droga…” ¡ya me contarán ustedes! Por favor ¿nadie veía eso?... Los trajes que no se pagaban o sí se pagaban… Las subvenciones que se concedían a determinadas empresas o personas…Los miles de euros por dar unos informes copiados… ¡y tantos y tantos otros, casos! Se habla hasta de más de seiscientos casos de corrupción política que se encuentran por ahí, pululando en el aire... ¡Y al final todo quedará en agua de borrajas!
Por de pronto, lo que sí se nota, de una forma muy evidente, es que la justicia española no ha debido (ni debe) ser lo suficientemente eficaz ni debe imponer unos castigos demasiado disuasorios, como para inducir a la gente a dejar de hacerlo, porque bien claro está que se siguen cometiendo. Y todos conocemos que esto no es de ahora, que se viene arrastrando desde que se inició la democracia, ¡por no remontarme a más, claro está! ¡Lo pasado…, pasado y miremos al futuro, que es lo que más importa! Se nota que algunos entienden la democracia como si esto fuera el país del desbarajuste. Vamos, eso de que cada uno puede hacer lo que le plazca sin que nadie controle a nadie. El respeto hacia lo ajeno parece que brilla por su ausencia en la mente de muchos. ¿Se acuerdan de aquella frase famosa que dijera un “gran político”: “el dinero público no es de nadie”, y por eso, quizás esos muchos han dicho y siguen diciendo: “¡ah, pues me lo quedo!”. Y para que no quede ahí la cosa, se nota que cada vez esto va a más y además a cual más audaz y pintoresco. Si seguimos así, se nos va a presenta el problema de que al tal Juan Guerra, con un despachito cerca de su hermano, se le va a tener que subir a los altares, políticos y democráticos, porque va a resultar que era un santo varón que sólo quería trabajar junto a su hermano Alfonso!
¿Se podrá aclarar, pero lo que se entiende como bien claramente, todo lo que unos dicen respecto de otros?... Yo no entiendo para qué pretenden tenernos tan confundidos y engañados a los ciudadanos, exponiéndonos en los medios de comunicación unas “grandes verdades” para unos, mientras que para otros resultan ser “unas enormes mentiras”. Hay casos en que o es blanco o es negro. Cómo unos exigen a los otros, lo que no son capaces de exigirse a sí mismos. O nos mienten los medios de comunicación o la justicia no es justa, especialmente, en los casos de índole política. Hay hechos que de ser cierto lo que se cuenta, es muy evidente y no necesita más enjuiciamiento, porque son hechos tan objetivos que no tienen vuelta de hoja. Si un señor se ha estado tomando cocaína en un bar durante un cierto tiempo, se puede comprobar fácilmente que ha ocurrido, de verdad. Y si no es cierto, no existirán pruebas de ello y nadie lo habrá presenciado. La gente no es tonta y alguien lo habrá visto, ¿ o todos van a estar de acuerdo y compinchados con el infractor?... Si un señor se compra un chalet de seis millones de euros, trabajando sólo honradamente…,¡de un simple sueldo no puede salir…! Si un político ha aumentado su patrimonio de una forma descomunal, ¿no será que le ha tocado la lotería…? ¡Vamos que en la mayoría de los casos son muy evidentes, pero con retirarles de la vida política ya tienen pagado el pecado y a vivir el resto de sus días! Tienen que devolver lo enajenado de una forma fraudulenta.
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